Diosdado no quiere que voten, por Simón Boccanegra
«Aquí todavía hay gente que jura que las elecciones son signo de democracia interna». La afirmación pertenece a Diosdado «Pimentón» Cabello, quien la hizo mientras instalaba la «Escuela de formación de testigo electoral», en el hotel Alba Caracas, donde estrenarán a los chavistas que verán, en primera línea, la derrota de Chacumbele el próximo 7 de octubre. Por cierto que dicha «escuela» será dirigida por Pedro Carreño, lo que garantiza la calidad de sus «estudios». Pero a lo que vamos.
Tanto pregonar la democracia participativa y protagónica, tanto decir que uno de los males de los partidos contrarios al proceso eran los cogollos para terminar con un cogollo de un solo integrante. Dentro del PSUV la procesión sigue por dentro. Esa afirmación del Pimentón va dirigida a quienes han salido a pedir primarias para elegir a los candidatos a gobernadores y alcaldes. Una vista rápida a Aporrea permite comprobar que las críticas de las bases a muchos mandatarios regionales y municipales son de grueso tenor.
Pero el nuevo mandamás interno les dice que se la tienen que calar sin chistar. En ese acto se comprobó, nuevamente, que el estado de salud de Chacumbele ha desatado todos los demonios internos. Que la pelea entre los rojos-rojitos es a cuchillo y que incluye controlar a quienes van a trabajar en las mesas en las próximas elecciones, pues no lo harán sólo en las presidenciales.
Eso se desprende de frases, dichas también por Cabello, como «si a esto le damos un carácter sectario, esto no va a funcionar, Pedro Carreño», o esta otra: «no permitamos que el sectarismo se imponga en la elección de los testigos parroquiales», ¿el sectarismo de quién? Recordó al fallecido Willian Lara, asegurando que en su gestión al frente del tema electoral se sabía cuántos habían votado. «Eso se acabó por las parcelas» y reconoció que había gente dentro del partido metiendo zancadillas. ¿Esto último no sería más bien un autorretrato?