Doble moral y cobardía, por Simón Boccanegra
Es verdad que hoy hay muchas mujeres ocupando cargos de alta responsabilidad en el Estado. Sin embargo, las mujeres que sirven al régimen están políticamente doblegadas. De nada sirven aquellos avances si para las mujeres del oficialismo ellos no cuentan a la hora de hacer valer los derechos de la mujer, la lucha por la igualdad y contra el abuso sexista, cuando estos tropiezan con los intereses políticos del Gobierno. Ninguna ha tenido el coraje de las ministras de la Mujer de Paraguay y de Honduras. Éstas han entendido que la lucha contra el sexismo traspasa transversalmente las fronteras políticas, porque la discriminación por razones de sexo está presente en todos los partidos, sectores y organizaciones sociales. Pero las nuestras han permanecido mudas ante los vulgares desplantes machistas del Presidente y otros altos funcionarios y ahora, a propósito de Daniel Ortega, las que no han callado, como nuestra ministra del área, se han transmutado en exquisitas juristas, proclamando la inocencia de Ortega, «hasta que se pruebe lo contrario». Cobardía por un lado, doble moral por el otro. Las mismas que consideran a Ortega un intachable caballero, juran y perjuran que el dirigente estudiantil Nixon Moreno ciertamente es un violador, que según sus acusadores, habría protagonizado la «hazaña» de intento de violación de una mujer policía, en medio de una batalla a piedras, tiros y perdigonazos, entre miles de estudiantes, la Policía de Mérida, la Guardia Nacional y Nixon mismo con media cara desgarrada por un disparo de perdigones a bocajarro. En este caso, con miles de testigos que dan testimonio en contrario, las dirigentes chavistas no tienen dudas. Nixon es un violador. En el caso de Ortega, piden «pruebas», «presumen la inocencia». Fariseísmo y cobardía. Doble moral. Bancarrota espiritual. Ése es el légamo que ha dejado en esas mujeres el autoritarismo patriarcal y machista de esta «revolución» farsesca.