El 350 vuelve por sus fueros, por Simón Boccanegra
Por ahí ha reaparecido el inefable artículo 350 de la Constitución. Este minicronista pide, humildemente, a quienes lo invocan, que nos informen a quienes no tenemos el secreto de ese arcano, cómo es que se aplica el susodicho. ¿Será por ventura, llamar otra vez a la abstención, acompañándola de algo así como lo que denominara un cierto jurista –por cierto, abstencionista radical, devenido después candidato a gobernador sin pasar por «go»–, «una marcha sin retorno», quedándose en la calle hasta que el hombre se vaya de Miraflores? Eso sí, teniendo la precaución, como advertía un conmilitón del anterior –también abstencionista, misteriosamente transmutado poco después en candidato a alcalde–, de llevar gatorade y chocolates para resistir el plantón. La metamorfosis de estos personajes, de abstencionistas a candidatos, probablemente implica que llegaron a la conclusión de que la abstención ya no es el camino para materializar el 350. Bienvenida esa rectificación, producida también por un tercer partidario de la abstención, éste sí ya ungido de candidato a alcalde. Pero, si no son la abstención y la marcha sin retorno, ¿será, entonces, propiciar otro goteo de militares, que luego irían «tomando» alguna plaza de la capital, atrincherándose allí, a la espera de que sus colegas, cuarteles adentro, decidan alzarse? Si tampoco es esto, ¿con qué se comerá, Dios mío, ese manjar de los dioses que es el 350? ¿Cómo será que «el pueblo de Venezuela desconocerá cualquier régimen, legislación o autoridad que contraríe los valores, principios y garantías democráticos o menoscabe los derechos humanos», según reza el famoso artículo? Exigimos que en una próxima rueda de prensa se nos explique cómo es la vaina.