El agente 2030, por Teodoro Petkoff
Cuando Chávez soltó en Montevideo aquello de que la Unión Europea y la OEA “actuaron en connivencia” al emitir sus respectivos informes sobre las elecciones del 4D, sus colegas debieron carcajearse en su fuero interno. Aquella “lógica” desopilante, como diría Kirchner, tenía que ser demasiado hasta para los curtidos oídos de los políticos que lo escuchaban.
Visto que ambos grupos de observadores registraron más o menos las mismas irregularidades, no es porque la realidad supervisada por cada grupo por separado fue la misma sino porque, según Yo El Supremo, la mano peluda del “imperialismo” los había concertado para que dijeran lo mismo. Y como si fuera poco les lanzó luego el insulto supremo de que “buena parte” de sus integrantes “se había prestado para la jugada” contra su gobierno, buscando la “desestabilización del país”. Al descalificar los informes de los observadores, Yo El Supremo pretende convalidar el proceso.
Para Chávez no habría nada que discutir: la conducta del CNE ha sido impecable, las morochas constituyen una modalidad electoral inobjetable, el REP es un modelo, la lista de Tascón y la Maisanta nunca existieron y no tuvo lugar ninguna de las irregularidades presenciadas y consignadas por los observadores —que, por cierto, no ahorraron tampoco notas críticas respecto de la conducta de los partidos de oposición. Pero Chávez, fiel a la inspiración talibana, razona según el criterio de que quien no le aplaude todas sus gracias, está contra él, es su enemigo.
Esto parece haber zanjado a lo interno del gobierno y sus partidos el debate sobre el inefable “diálogo” insinuado primero por Rangel y luego por Alí Rodríguez. Que ese supuesto diálogo sea, como dice el vicepresidente, “sin condiciones”, okey, pero ¿qué otro tema más prioritario puede haber que el de la designación del CNE y el del sistema electoral? Es obvio que tendría que estar en la agenda. Sin embargo, Willian Lara, haciéndole la segunda voz a su caporal, pone sus condiciones a la oposición: “reconocer al CNE”, cuando de lo que se trata, precisamente, es de que el CNE está en entredicho y su futura integración y desempeño es lo que habría que discutir.
Un CNE respetable y confiable y unas reglas de juego consensuales son condiciones sine qua non para el próximo proceso electoral, el presidencial. En el gobierno no parecen estar conscientes de que sin esto las elecciones presidenciales de diciembre 2006 podrían terminar con Chávez corriendo solo, porque nadie en su sano juicio estaría dispuesto a participar en un proceso dirigido por el actual CNE o por un clon de este. De modo que sería juicioso prestarle atención a las recomendaciones finales tanto de la Unión Europea como de la OEA, si es que vamos a seguir hablando de democracia.