El bono demográfico, por Lidis Méndez
El bono demográfico no es un monto que depositarán a fin de este mes, es una variable estadística, una ventana de oportunidad generacional, la cual podría haber impulsado el crecimiento de Venezuela por décadas. La emigración masiva no llegó sola, se instrumentalizó a través de la generación de una crisis social, económica y política que destruyó las oportunidades de capitalizar esta oportunidad demográfica única, la cual ha sido desperdiciada en medio de políticas públicas nefastas, corrupción y la ruina económica.
Actualmente, la pérdida de más de 500.000 nacimientos acumulados desde 2014 refleja una grave falta de proyección, planificación e ignorancia de las consecuencias de la emigración masiva (R4V, 2024).
En la última década, más de 7 millones de venezolanos han salido de nuestro país en búsqueda de mejores condiciones de vida, situación que ha transformado no solo la estructura demográfica de Venezuela, sino también la dinámica de integración regional. ¿Cuál es el impacto de este fenómeno para el futuro de Venezuela y los países vecinos?
El éxodo venezolano, es descrito por la plataforma R4V (2024) como el más grande en la historia de América Latina, porque equivale al 22,5% de la población nacional, hecho que resumido en grandes rasgos, indica que desde 2015, la crisis económica y política precipitó la diáspora, especialmente tras la caída de los precios del petróleo y el colapso económico; luego, entre 2018 y 2019, la contracción del 35% del PIB y los niveles de pobreza extrema que alcanzaron al 75% de la población (Encovi, 2022).
En sus primeras etapas, la migración se concentró en profesionales y familias de clase media, pero con el tiempo, el perfil cambió hacia personas de todas las clases sociales, que básicamente buscaban una subsistencia más digna. Se puede asegurar que, la gran mayoría de los venezolanos tienen al menos un familiar en alguno o en casi todos los países vecinos. Por ejemplo, quien escribe este artículo, tiene una hija en Argentina, una hermana y sobrino en Ecuador, una sobrina en Chile, un hermano en Colombia y un sobrino en Estados Unidos.
Lamentablemente, la salida masiva de venezolanos en edad productiva (15-60 años) ha reducido significativamente la fuerza laboral venezolana, en aproximadamente un 18%, hecho que ha acelerado el envejecimiento poblacional en Venezuela. Países como Colombia, Perú y Ecuador enfrentan los retos de integración en términos de empleo, salud y educación de millones de venezolanos, pero también han entendido las oportunidades del dinamismo económico que los emigrantes aportan.
La gran mayoría de los emigrantes no son delincuentes, mendigos, trabajadores sexuales u orcos cargados de droga, mayoritariamente los emigrantes venezolanos son víctimas del poder asimétrico de Estado, personas impactadas por la desesperación, incomprensión e impotencia ante la trágica decadencia del país, y en consecuencia de su calidad de vida.
Muchos emigraron para garantizar a su grupo familiar una subsistencia digna, otros por motivos de salud y medicinas, otros por la inseguridad e impunidad, en fin, por un amplio abanico de razones, que se resumen en la falta de opciones dignas y satisfactorias en su país.
No se puede, ni se debe negar la existencia de los grupos delincuenciales que también salieron del país, y que lamentablemente amplificaron la violencia e inseguridad ya existente en algunas regiones, pero es una variable que se escapa al enfoque demográfico.
Venezuela ha experimentado uno de los cambios demográficos más drásticos de América Latina en las últimas décadas, impulsado por tres factores principales: la emigración masiva, el descenso de la natalidad y el aumento de la mortalidad, lo cual representa una reducción significativa frente a las proyecciones que anticipan un crecimiento sostenido de la población y de su economía.
El cambio demográfico en Venezuela, constituye un desafío estructural comparable al impacto de un conflicto armado. La adaptación a esta nueva realidad requerirá medidas específicas que prioricen la reconstrucción del capital humano y la modernización de los sistemas de apoyo social, especialmente para adultos mayores.
En conclusión, a medida que los países receptores enfrentan los desafíos de la integración, Venezuela pierde recursos humanos esenciales para su recuperación. La pérdida acumulada de población activa y reproductiva mantendrá un impacto negativo a largo plazo en el crecimiento económico, la sostenibilidad del mercado laboral y la recuperación del capital humano. La pregunta ahora es cómo revertir esta dinámica o, al menos, mitigar sus efectos.
¿Qué opinas sobre el fenómeno migratorio de Venezuela? Comparte tu opinión en los comentarios y mantente informado sobre este tema crucial para la región.
Lidis Méndez es politóloga.
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