El culebrón golpista, por Teodoro Petkoff
Una de las cosas que más irrita del discurso anti golpista del oficialismo es que los sujetos de origen militar en este campo (porque los iseas y aissamis pertenecen al bando de los que cogieron cola en ese tren, sin haber arriesgado jamás ni un pisotón en un callo), es que hablan como si no tuvieran en su pasado años de conspiración en seno de la FAN y, encima de eso, dos intentos de golpe militar. Lanzan rayos y centellas contra el golpismo como si ellos tuvieran un certificado de pureza democrática firmado por Thomas Jefferson, como si jamás en su vida hubieran cometido actos de felonía y traición a su juramento y no hubieran volteado las armas de la República contra un gobierno democráticamente elegido, al cual le quedaban apenas dos años de mando. Jamás pasan la página del 11A, ellos, los militares felones del 4F y 27N, que fueron perdonados por la República, recibieron empleos y pudieron organizar un partido político para participar libremente en las elecciones. Es increíble la capacidad para el rencor y la pequeñez de alma de estos tipos.
Ahora han desatado una cacería de brujas en la cual los más activos, como siempre ocurre, son los segundones, los personajes de cuarta y quinta fila, los que viven pendientes de no salir movidos en la foto, esos parlamentarios opacos, que creen llegados sus quince minutos de fama. Lanzan nombres al voleo, creyendo que con eso asustan.
Ese infeliz de mario isea sugiere que, por ejemplo, Didalco Bolívar podría estar enredado en la inefable conspiración porque en la policía de Aragua aparecieron unas pistolas Glock que según y que no debían estar allí.
Si eso fuera suficiente para señalar a alguien como golpista, entonces a Johnny Yánez deberían meterlo preso de una vez, no sólo por corrupto sino por golpista, porque fue él precisamente el destinatario de unas cuantas docenas de pistolas Glock que Franklin Durán vendió a la gobernación de Cojedes. Pero, claro, el Psuv ya dijo que no debatirá jamás el caso del maletín de Antonini y sus socios, Durán y Kauffman. Repetimos algo que ya hemos dicho.
No tenemos elementos de juicio que permitan descartar la actividad conspiradora de algunos militares y de algunos civiles. Eso es tan posible como lo fue que desde 1983 en adelante Chacumbele Frías y sus compañeros montaron una conspiración y lanzaron dos asonadas en 1992. Que haya conspiradores en la FAN es parte de su paisaje interno. En América Latina Fuerza Armada donde no hay conspiradores no es Fuerza Armada, así que no desestimamos que el gobierno pueda haber agarrado a algunos, a pesar de lo oscura que es la investigación que dice estar realizando. Si tiene nombres y detenidos, preséntelos a la opinión pública y llévelos a juicio, y déjense los iseas y aissamis de estar lanzando nombres, insinuado que pudieran ser «golpistas». Porque eso es una tramoya indecente, una operación de intimidación, que no persigue sino contaminar el proceso electoral, crear un clima de susto y desviar la atención pública de, por ejemplo, ese juicio en Miami, que tiene prensados por sus partes nobles a varios capitostes de esta Cosa Nostra que nos gobierna. ¿O es que esto de la conspiración es una telenovela que piensan estirar hasta el propio 23N? No se pierda el próximo capítulo.