El desintegrador, por Teodoro Petkoff
¿Quién le proporcionó los videos de la Cumbre de Mar del Plata a Hugo Chávez? Kirchner, ¿quién más? El Presidente argentino disparó por mampuesto. Lo que no haría directamente, lo hace a través de esa suerte de “niño terrible” que es el Presidente venezolano, cuya gigantesca vanidad es fácilmente manipulable, como bien lo sabe Fidel Castro. Con la difusión de los videos, la delicada obra de filigrana diplomática que armaban los cancilleres de Venezuela y México para superar el impasse, fue desbaratada en un dos por tres. Chávez está dejando a su gobierno cada vez más en el hombrillo del debate continental. En Mar del Plata, digan lo que digan sus adulantes vernáculos, el gobierno nacional, en la discusión, estuvo aislado. Los países de Mercosur no tiraron la puerta en la nariz al ALCA, sino que dejaron abierta la posibilidad de continuar discutiendo, procurando alcanzar un acuerdo equitativo con Estados Unidos, porque para esos países la versión actual del tratado de libre comercio no es sino una ley del embudo. Al final, Chávez debió sumar su voto al del bloque sureño, para no quedar fuera del juego.
El debate sobre el ALCA es bueno que sea público. La posición de Chávez, quien sólo concibe la integración latinoamericana como una variable política, creyendo que puede armar un bloque “anti-imperialista”, va a contracorriente de los demás países, que con sus matices, andan buscando oportunidades comerciales en el mercado del Norte. Mercosur no quiere otra cosa que superar las asimetrías del proyecto gringo y si Estados Unidos accediera a la reciprocidad en esta materia, se puede estar seguro de que Brasil y Argentina, así como sus dos pequeños socios, Uruguay y Paraguay, firmarían sin objeciones. Por supuesto, si Estados Unidos se mantiene en su terca postura de negar a América Latina lo que prédica para sí, el ALCA, ciertamente, como proyecto global, se iría abajo. Pero Mercosur, por ahora, se negó a acompañar a Chávez, a darle el palo a la lámpara. Esperará la reunión de Hong Kong. Es lo responsable.
Chávez no sabe discutir tratando de entender las razones de los demás. No busca acuerdos sino que trata de imponer su voluntad unilateralmente. Si esta es rechazada, arma un berrinche y como niño chiquito insulta a quien discrepa de él. Un debate serio y ponderado con Fox habría sido interesante, pero la agresión brutal al Presidente mexicano cerró ese camino.También enfila sus baterías contra la CAN. “Venezuela no tiene nada que buscar en la Comunidad Andina”, dijo el domingo, pero el incidente con México hizo pasar por debajo de la mesa esas palabras. Mañana, si Mercosur lograse un acuerdo con Estados Unidos, Chávez nos dirá que tampoco tendríamos nada que buscar en ese bloque. Es el camino del aislamiento. El discurso integracionista de Chávez se estrella contra su práctica desintegradora.