El día a día y el covid-19, por Saúl Jiménez Beiza
Instagram: @sajidb47
Hoy a las 6 am. hablando con Rafaela en la parada de las busetas que van hacia la parte norte de la ciudad le preguntaba si estaba enterada del coronavirus y sus consecuencias y porque andar en la calle y haciendo cola para agarrar buseta exponiéndose al peligro de un contagio de acuerdo a las indicaciones que viene desde hace varios días publicando el gobierno y que la orientación es quedarse en casa, ella fue bien franca y clara: “Señor, si he oído y leído del coronavirus, todo lo que puede pasar y el riesgo que corro, también he visto la propaganda que dice: «Si te cuidas nos cuidas» y la otra que dice: «quédate en casa», son mensajes muy buenos, pero creo que los del gobierno ni los que hicieron esas propagandas están enterados que mucha gente, sobre todo de los barrios debemos salir todos los días a prestar nuestros servicios en las casas de familias para limpiar, cocinar, atender niños o ancianos para poder vivir del día a día, igual le pasa a los hombres que salen a cuidar los jardines de las quintas o de los edificios, los albañiles y mucha gente más, usted cree que si no lo hacemos ¿esos patrones nos van a pagar la semana? No, ni un día”.
Esa respuesta indudablemente encierra una cruda verdad, Venezuela, desde hace muchos años vive una economía informal donde más del 50% de la población laboralmente activa depende del trabajo diario, bien sea como buhonero, albañil, vendedor, servicio doméstico, mecánicos, electricistas, muchas profesiones de libre ejercicio viven del trabajo por servicios y si no lo prestan sencillamente no tienen ingresos.
Eso, indudablemente en estas circunstancias nos hace débiles, vulnerables por cuanto esas personas deben tomar la decisión entre quedarse en casa y no tener nada que comer o correr el riesgo de salir a trabajar para poder llevarle el sustento a los hijos, porque eso que cobran en el día al regresar a sus casas se paran en la bodega a la entrada del barrio a comprar la harina pan, queso, mortadela y con esos ingredientes hacen una media comida y guardan para el desayuno del siguiente día.
Pareciera que el gobierno no ha evaluado con profundidad cuales son las estadísticas sobre el empleo informal, y lo que eso significa para las familias que dependen de esas actividades y que de no hacerla ya no tienen recursos para subsistir.
Para cubrir su canasta básica no le alcanza de ninguna forma porque la inflación hace rato se devoró el salario y los ingresos de las familias las cuales no logran tener una alimentación balaceada y nutritiva, eso es casi imposible en un 85% de la población de allí la gran cantidad de personas que vemos comiendo de los desperdicios que sacan los restaurantes y que en estos momento no los generan por cuanto no están sirviendo comida.
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Igual sucede con los comedores escolares que al estar suspendidas las clases tampoco les envían los insumos para cocinar y que los estudiantes coman en el plantel, igualmente va a ir pasando con los comedores populares que están ubicados en las Iglesias católicas y de otras religiones, quienes por las medidas que decretó el gobierno se ven en la penosa necesidad de cerrar sus puertas hasta nuevo aviso, otro lote de personas que también dejan de comer y así le vamos sumando sectores que se van quedando sin esa comida diaria, en ese mismo lote están los obreros y trabajadores de las empresas que tienen derecho a una comida diaria que paga la empresa, también esos comedores están cerrados.
Si el gobierno no toma algunas medidas de carácter social para ver como asiste en el suministro de alimentos a la población de forma inmediata, lo cual es bien difícil porque también existe carencia de combustible para mover los vehículos de transporte, es menester que el gobierno piense como implementar medidas que les permita a la población más vulnerable de alimentarse y sobre llevar esta situación de emergencia y pareciera que ese no es motivo de preocupación por cuanto no se lee ni se oye algún tipo de medida en ese sentido, sólo un gobernador que habló estar trabajando y publicar un video mostrando unas cuantas bolsas de alimentos que a simple vista se nota que alcanzará para un barrio, o sea que es más propaganda y vender imagen que atender la precariedad de la población.
Hoy se puede señalar que Venezuela va hacia una hambruna colectiva por cuanto las medidas que se han tomado a los ojos de cualquier persona se notan no se hicieron evaluando todas las variables y todos los focos a atender sino que es una medida lineal en base a un problema complejo como lo es el covid-19, agravándose al tener los campos producción e igual las industrias de alimentos pero que no se pueden mover por la carencia de combustible que les permita su movilidad.
Ya esta semana se notó en el mercado mayorista de Valencia donde la mercancía que ingresó no llegaba al 40% de lo que normalmente ingresa un día martes o viernes, esa es nuestra realidad y debemos hacer un llamado a la reflexión para que nuestra población no caiga en una hambruna que nos lleve a una situación más grave que el virus que estamos viviendo.