El diálogo, ¿cositas güenas para conversá?, por Simón Boccanegra
El presidente todavía mantiene la tónica del primer día, pero ya comienza a dejarse vencer por su naturaleza. El martes volvió a descargar a la oposición considerándola como un engendro del imperialismo, la burguesía nacional y extranjera, etc. Ya dije antes que estas jugarretas de Chávez, de tan repetidas, inducen al escepticismo cada vez que sale con una de paz y amor. Pero la verdad es que todavía tiene margen para hacer algunas cosas que contribuyan a mejorar el clima político. Por ejemplo, ¿qué tal una amnistía que ponga en libertad a los presos políticos y permita el retorno de los exilados? Sin duda que una decisión de esta naturaleza ensancharía el campo para un desarrollo menos traumático de la confrontación política que no cesará, obviamente. El diálogo mismo el presidente lo condiciona de tal manera que uno se pregunta si en efecto se dará. La verdad es que este minicronista va encontrando cada vez menos razones para pensar que el primer discurso de Chávez, después de la victoria, era sincero. Sin embargo, queda margen para una esperanza. La oposición tal vez debería reclamar activamente los pasos concretos que conduzcan a un encuentro del cual pueda salir algo que satisfaga a esos millones de venezolanos, de ambos bandos, que desearían ver el fin de un estado de camorra permanente, de insultos y descalificaciones.
El resultado electoral y su propia enfermedad deberían propiciar en Chávez una actitud más abierta y tolerante ante sus adversarios. Muy bueno que haya llamado a Capriles por teléfono. ¿Por qué no, ahora, una reunión en Miraflores entre opositores y gobierno?