El éxito del fracaso, por Marisa Iturriza

Autora: Marisa Iturriza
Por ahí dicen que lo que el proceso nos imponga o ejecute es un fracaso. No es así. Al revés. Y no es que a uno le encante llevar la contraria, pero lo que lo que los resultados muestran es el éxito del muy cacareado Plan ejecutado A paso de vencedores, porque lo que está pasando no es por improvisación o ignorancia. Qué va. Nada se dejó a la suerte, si no seguro los resultados serían diferentes.
Todo obedece a un Plan tan bien calculado que fíjese nomás que hemos llegado a situaciones que, hace cuatro larguísimos lustros, eran inimaginables para gente que no hacía cola para comprar, comía más o menos, podía curarse, permitirse alguna distracción, enviar los muchachos a la escuela, etc., a pesar de que el ingreso de entonces era una minucia en comparación con el torrente que entró cuando el precio del “oro negro” se elevó vertiginosamente.
Y bueno, aunque ahorita explotan otros minerales lucrativamente, Lo que sube, baja, tan es así que la Biblia recomienda que en época de vacas gordas se tomen medidas para cuando llegue la de las vacas flacas, que es lo que hacen avispados neoligarcas en época de vacas obesas, cuando agarran cuanto pueden, lo disfrutan y sagazmente depositan en ahora muy renombrados bancos foráneos.
En cierta forma, los ingresos llegados con las vacas sobrepeso contribuyeron a eliminar “la lucha de clases” reduciéndolas a dos: A) La mayoría, perteneciente a la “democracia” de las vacas escuálidas, porque todos son pobres o están a tiro de serlo; y B) La enriquecida neoligarquía reinante, cuyo corazón (si tiene) es de un material excepcionalmente sólido para admirablemente no sentir qué-sé-yo, un poquito de compasión, de solidaridad, aunque sea de lástima y no conmoverse por infantes que mueren de hambre y/o de enfermedad por falta de vacuna o medicinas ni van a la escuela. Para ignorar a quienes buscan comida en la basura y a quienes peregrinan para, cada vez más caro, comprar algo para comer. Para, si acaso transitan por estas calles, no inquietarse ante tantas “santamarías” bajadas en negocios de todo tipo produciendo desempleados y cientos de familias sin esos sueldos.
Para burlarse de quienes emigran “a lavar pocetas” para sobrevivir y enviar algo a casa, o reírse sardónicamente de los apresados “por no pensar correctamente” o de quienes no posean esa especie de nuevo N° 666, “la marca de la bestia”: El “carné” para poder comprar algo. En fin, esos cuantos aplaudirían ufanos. La mayoría no. ¿Será el fracaso del éxito…?