El gobierno obrerista en Guayana, por Simón Boccanegra
Si usted, estimado lector, se pregunta porqué la ineficiencia administrativa del Gobierno alcanza niveles tan elevados, no tiene sino que pasearse por las maneras como éste maneja las relaciones con los trabajadores de las empresas básicas, en Guayana.
Diría un militar que no hay unidad de mando. Cada alto funcionario oficial tiene su propia visión de lo que debe hacerse y la aplica, sin pararle la más mínima bola a otras opiniones de también altos funcionarios, aplicadas también a la machimberra.
Recientemente se firmo en Sidor, después de varios días de huelga y de intensas discusiones, un acuerdo entre la empresa y sus trabajadores, en el cual fueron reconocidas importantes reivindicaciones planteadas por estos. Pues bien, no se había secado la tinta de las firmas cuando irrumpió en escena un coronel, obviamente obedeciendo órdenes del general presidente de la CVG, y declaro nulos tales acuerdos, al tiempo que advertía que tampoco debían esperarlos en el futuro «porque no hay plata para eso». Cosa parecida sucede en Ferrominera, donde los acuerdos alcanzados entre las partes hace algunos meses han venido siendo incumplidos por la dirección de la empresa. Debe subrayarse que en ambos casos se trata de convenios discutidos y aprobados por el propio Gobierno, en cuya representación habla la CVG. Estamos frente al caso singular de un Gobierno que se jacta de ser «obrerista», (condición, dicho sea de paso, que vendría dada por la circunstancia fortuita de que el «obrero» Nicolás Maduro ocupa hoy la presidencia de la República.
Por cierto, también dicho de paso, esto no es más que una pura y simple manipulación), y que, a despecho de ello, anula reivindicaciones laborales que ya la CVG, es decir el Gobierno, había discutido y aprobado. Pues bien, los trabajadores, como cabía esperar en ambas empresas, han respondido con el paro. ¿Así, así, es que se gobierna?