El golpe, por Teodoro Petkoff
El presidente anunció haber abortado un golpe, pero a juzgar por sus propias revelaciones, complementadas después por las del doctor Tejera París, el golpe abortado sería el que ya se dio hace seis meses, el del 11 de abril, no uno nuevo. Chávez presentó algunos documentos de los cuales Tejera reconoce la autoría, pero referidos a lo que debía haber ocurrido el 11 de abril, con un Consejo Federal bajo la presidencia del anciano caballero. Tejera, quien, por cierto, es un gran mamador de gallo, desliza una suerte de reclamo: Carmona le coleó la parada. El 15 de septiembre pasado, en una entrevista en El Carabobeño y hoy en El Universal, Tejera París, con una franqueza y un coraje que no tuvieron los golpistas del 11 de abril, quienes se escudaron tras la tesis del «vacío de poder» para eludir sus responsabilidades, echa el cuento de cómo se montó el operativo golpista de aquel día; es decir, ese en el cual él estuvo involucrado, porque parece que el de Carmona era otro o terminó siendo otro, no el que Tejera contribuyó a diseñar.
Pero, como dice el propio Tejera París, esto ya es historia. De los otros golpes, de los de ahora, de estos que se discuten públicamente en los medios y cuyos presuntos jefes conceden entrevistas en las cuales no ocultan la que Tejera con humor denomina «aspiración» y no «conspiración», no hay signo alguno de que hayan sido abortados. Golpe abortado es aquel en el cual aparecen unos militares y unos civiles presos. Golpe sin golpistas es lo que nos ha presentado Chávez ayer. Por lo tanto, hay que preguntarse ante qué estamos. Porque las evidencias, más que indicios, de que algo se está cocinando son públicas. Este es un juego de dominó con las piedras descubiertas. Pero es un juego lleno de frivolidad, adelantado por gente que no hace nada por disimular su enorme vanidad. Los candidatos y candidatas a presidentes provisionales andan en una grotesca campaña «electoral», cada quien con un discurso más truculento que el de su rival, pero con un denominador común: que los militares se maten entre sí y después el vencedor los llame a ellos, para que se sacrifiquen por la República.
Pero, de otro lado, ¿por qué el gobierno se limita a este juego, frívolo también, de denunciar golpes de los cuales no presenta ninguna prueba ni ningún preso? Pareciera como si quisiera apenas mostrar el tramojo, retando a que se lancen. Tírense, que los estoy esperando en la bajadita, dice Chávez. Pero detrás de este juego frívolo se embosca la que podría ser una enorme tragedia nacional. El país político, el país civil debe salirle al paso a esta carrera alocada hacia el abismo. Para la oposición, como señala hoy atinadamente Henrique Salas Römer a propósito del paro empresarial, ha llegado la hora de repensar su estrategia. No puede continuar actuando como peón de brega de planes golpistas ni haciéndole el juego a planes contragolpistas o autogolpistas. Si la oposición democrática mantiene con firmeza la naturaleza pacífica de la marcha del jueves próximo e impide provocaciones que favorezcan el caos, se habrá dado un paso significativo en aquel sentido.