El golpista económico, por Simón Boccanegra
Ayer Hugo inventó una «explicación» estrambótica para la fenomenal caída de la actividad productiva: el golpe económico. Según él, entre esos «golpistas» estarían empresarios que cierran sus empresas de «manera artificial». Vaya, vaya. Conspirador al fin, todo lo ve a través del cristal de esa segunda naturaleza que le es propia. A veces la intuición le dice que las elevadas tasas de interés son un problema, pero nunca se pregunta si la brutal política de endeudamiento interno que su gobierno ha adelantado (más de 10 mil millones de dólares en tres años) tendrá algo que ver con eso. Esos papeles de deuda estatal adquiridos por la banca privada producen un rendimiento bastante superior al 30% y eso determina las tasas para el conjunto de la economía. Ahí está el secreto de buena parte de esas quiebras que Hugo llama «artificiales». No hay actividad económica lícita que pueda financiarse con esos intereses. ¿Se pregunta Hugo, por ventura, lo que significa para las empresas la bestial devaluación del bolívar entre febrero y agosto? Ese es el «golpe económico» que Hugo denuncia y no otro. El jefe de los golpistas, desde luego, es él mismo.