El gran chance, por Teodoro Petkoff
El mapa político del país podría experimentar un cambio sustancial en la venideras elecciones regionales y locales. Para ello tendrían que darse varias condiciones. La primera y más importante, que el sentimiento abstencionista que todavía anida en algunos sectores opositores –y que se expresó con tanta fuerza el 2D que de no haberse producido un importante trasvase de votantes del oficialismo hacia el NO, habría ganado el SI–, sea reducido a una expresión mínima. En este caso, el porcentaje de votos adversos al gobierno sería más o menos semejante al del 2D, implicando con ello la victoria en, por lo menos, 8 estados y 106 municipios.
Puesto que no se puede asegurar que los votantes del oficialismo que sufragaron NO, estén dispuestos a volver a votar por la oposición, su regreso al oficialismo tendría que ser compensado por aquellos opositores a quienes se les metió en la cabeza no votar más nunca y de los cuales cabría esperar que el resultado del 2D les haya demostrado que es posible derrotar electoralmente al gobierno. El abstencionismo continúa siendo un problema para la oposición y algunos de sus tradicionales cultores están en campaña para mantenerlo vivo, con los mismos argumentos especiosos de siempre, dirigidos a sembrar desconfianza en los mecanismos electorales.
La segunda condición atañe a las fuerzas políticas de oposición. Estas han dado un largo paso en el sentido correcto al suscribir un acuerdo para postular candidaturas unitarias y para seleccionarlas conforme a procedimientos aceptados y acatados por todos. Por supuesto que los diversos partidos de la oposición tienen que resolver adecuadamente la multiplicación de candidaturas en cada uno de ellos. Esto en si mismo es absolutamente natural y más bien puede ser considerado como una muestra de vigor, pero para alcanzar candidaturas unitarias en cada estado y municipio es preciso que cada partido presente también un solo candidato para cada cargo electivo, de modo que la selección definitiva se haga con base en un número relativamente reducido de opciones para cada cargo.
De cumplirse estas condiciones, la oposición podría obtener un triunfo espectacular, ganando las principales gobernaciones y alcaldías. Esto contribuiría a ir superando la precariedad política e institucional de sectores que gracias a la infecunda conducta abstencionista entregaron gratuitamente al oficialismo prácticamente todas las posiciones en la estructura del estado. Recuperar una parte significativa del tejido institucional en gobernaciones y alcaldías entrañaría modificar sustantivamente la correlación de fuerzas políticas y continuar pavimentando el camino democrático hacia la derrota del oficialismo en las elecciones parlamentarias de 2010.