El lado más deportivo de Teodoro
Detrás de esa figura entregada a la política, estaba el Petkoff amante del beisbol. Guaireño genuino, siempre estuvo pendiente de la actuación de los peloteros venezolanos. Su experiencia de ir al estadio para ver a la Vinotinto la vivió lleno de felicidad como cualquier niño
Su imagen de absoluta dedicación a la política, daba pensar que no había espacio para otra cosa. Pero la cercanía y la confianza que daba el compartir en la redacción de TalCual, permitía que Teodoro Petkoff mostrara otras facetas impensables para muchos.
Se declaraba guaireño, de esos que dejaba ver ese cariño por los colores de forma genuina, y cada inicio de la Liga de Beisbol esperaba que sus gloriosos Tiburones rompería el maleficio de tener tantos años sin ganar un título. En cada Navidad, en el tradicional amigo secreto entre los miembros de TalCual, Teodoro dejaba claro el regalo que quería recibir y no era otra cosa, que la gorra de los Tiburones. Una vez recibido el obsequio, lo exhibía con orgullo por todos los pasillos.
En la versión vespertina de su diario, parte de la sección deportiva estaba dedicada a los numeritos de los peloteros de las Grandes Ligas y la pelota criolla, a petición del mismo Teo. Sin esperar a que se imprimiera, pedía la hoja para observar detalladamente las estadísticas, en especial de los venezolanos.
No era muy futbolero pero sabía apreciar el buen balompié. Tras un clásico el fútbol español, llegaba los lunes y soltaba su apreciación. No escatimaba elogios para Messi y Cristiano, aunque al final se decantaba por las maravillas del argentino.
En una ocasión, junto al jefe de redacción Javier Conde, acudió a ver un partido de la selección de Venezuela, en un amistoso contra Bolivia en el estadio Olímpico de la UCV. Quizás fue la primera vez que pisaba ese escenario, y como toda primera vez, disfrutaba y contemplaba como un niño. Veía con satisfacción el entorno en las tribunas llenas de juventud, y como por osmosis, esa energía le contagiaba de inmediato. Sonreía con regocijo la vivencia de aquel momento.
Fue tanto su gozo que bajó al vestuario para conocer de cerca a aquellos héroes de vinotinto dirigidos por Richard Páez, que provocaban tanto magnetismo en la gente, y que había cambiado la historia de calamidades del fútbol venezolano. De ese encuentro quedó una fotografía que Teodoro y el propio Conde exhibían en sus escritorios con el seleccionador.
Lo vi disfrutar de Juegos Olímpicos y cualquier transmisión deportiva que se mostraba en la redacción. Le alegraba el éxito de cada atleta venezolano, sin mirar su origen o inclinación política.
Por su oficina recibió a varias personalidades del deporte. Dirigentes, periodistas, locutores le llegaban para conocerlo en unos cosas, y en otros para pedirle un consejo.
En lo personal, siempre sentí su apoyo irrestricto para realizar el trabajo. Sin que lo manifestara abiertamente, apreciaba la línea del periodismo combativo que se realizaba también desde las páginas deportivas. No escatimó recursos para permitir los viajes siguiendo a la selección de fútbol y a los clubes venezolanos en las competencias internacionales. Fue de lejos, el mejor jefe que he tenido como periodista. Hasta siempre Teo, y donde estés, échale una ayudadita a tus Tiburones.