El lucrativo negocio de los que ayudan a cruzar las fronteras para regresar a Venezuela
Desde sobornos a autoridades para cortar la fila en el cruce con Colombia, hasta la proliferación de paquetes ofrecidos por agencias de turismo para entrar a Venezuela por Brasil sin cumplir con protocolos de seguridad
Luis llegó a Cúcuta, en la frontera entre Colombia y Venezuela, con la ropa sucia, sudado y sin un centavo en el bolsillo.
Había caminado 45 días desde Lima, donde vivió por dos años, para regresar a su país, Venezuela.
Es uno de los miles de venezolanos que dejaron en los últimos años su país por la crisis y que al quedar desempleado por culpa de la pandemia decidió regresar a casa.
Su viaje, sin embargo, no acabó ahí.
En Cúcuta le tocó esperar pacientemente por un turno para cruzar por el Puente Internacional Simón Bolívar, por donde solo se permite el paso de 300 personas, tres días a la semana.
«Al llegar te anotan por orden de llegada en una lista y esperas por un brazalete, puedes tardar semanas para entrar», dijo a BBC Mundo este hombre de 39 años, que prefirió no dar su apellido por seguridad.
Como Luis, muchos que perdieron su trabajo o que se quedaron varados fuera de Venezuela por la pandemia y el cierre de fronteras están desesperados por volver a casa.
Muchos están dispuestos a pagar hasta lo que no tienen para entrar cuanto antes y también para evitar quedar confinado en los albergues que ha dispuesto el gobierno de Nicolás Maduro para hacer la cuarentena obligatoria por la pandemia al entrar al país.
Los aeropuertos en Venezuela están cerrados desde marzo y el llamado corredor humanitario de la frontera terrestre con Colombia, principal punto de acceso al país, acepta menos de 1.000 personas a la semana.
La situación es el perfecto caldo de cultivo para el mercado ilegal y la corrupción.
Desde sobornos a autoridades para cortar la fila en el cruce con Colombia, hasta la proliferación de paquetes ofrecidos por agencias de turismo para entrar a Venezuela por Brasil sin cumplir con protocolos de seguridad.
El brazalete
En el departamento colombiano del Norte de Santander, que abarca Cúcuta, se estima que 40.000 venezolanos aguardan para pasar por la frontera, según David Smolansky, miembro de la oposición venezolana y comisionado de la Secretaría General de la OEA (Organización de Estados Americanos) para la crisis de migrantes y refugiados venezolanos.
«Ese derecho que tiene cualquier ciudadano a volver al país donde nació está siendo vulnerado», critica Smolansky.
Una fuente de Migración Colombia confirmó que quien determina cuántos cruzan por día es el gobierno de Venezuela y no siempre otorga espacio para 300 cupos. «Hay días que la cifra varía y sólo reciben 200 personas».
En Cúcuta, quien tiene dinero puede comprar un lugar en la lista y acortar la espera, constató Luis, que vio cómo mercaderes se abalanzaban detrás de familias que llegaban a hoteles próximos la frontera: «Comienzan diciendo: ‘Aquí van a demorar muchos días, nosotros podemos conseguir que pasen mañana mismo'».
Hasta 150.000 pesos colombianos puede costar cada cinta en el mercado negro, unos US$40.
«No tenemos declaraciones sobre el tema», dijo un portavoz de la Defensoría del Pueblo de Colombia a BBC Mundo. La Policía de Cúcuta indicó que tampoco ha recibido denuncias sobre la venta de estos brazaletes.
«Un compañero pagó 50.000 pesos (US$13), porque se identificó como retirado de la Guardia Nacional (de Venezuela), llegó un viernes y pasó el lunes siguiente», denunció.
«Solo abordan a familias más solventes, saben que los caminantes no tenemos dinero».
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