¿El maestro del que hablaba Prieto Figueroa existe hoy en Venezuela?, por Beltrán Vallejo
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Muy pocos de los que están en los planteles educativos encarnan la aspiración prietista de lo que debe ser un maestro o un profesor. Por cierto, me tiene sin cuidado si esta afirmación les incomoda a algunos, pero ya está bueno de tanto ditirambo en torno a una calidad educativa que no existe.
A propósito de la iniciativa recientemente expuesta en la Asamblea Nacional de Jorge Rodríguez de llevar los restos del maestro Luis Beltrán Prieto Figueroa al Panteón Nacional, es obvio que este prócer civil y humanista se merece esos honores y otros más que inventen. Lo que sí resulta “macabro” es el manoseo que se le hace a esta figura; el actual gobierno nacional y su representación en ese parlamento se ubican a una distancia sideral de lo que significa Luis Beltrán Prieto Figueroa; es que precisamente la actual gestión de gobierno es la que más ha devaluado la profesión docente casi al nivel de “esclavo dador de clase”, donde los efectos catastróficos de dicha gestión en la profesión magisterial se caracterizan por: la pauperización salarial; la bonificación “igualitaria” de sus ingresos; el desmantelamiento del IPASME; el arrase de la contratación colectiva; los programas e instancias de formación, tecnificación y actualización de los conocimientos de los docentes convertidos en líneas de adoctrinamiento y politiquería; la desaparición de los concursos de credenciales y de oposición para que tenga primacía el clientelismo politiquero del PSUV; y en fin, con otros agregados, lo que se tiene entonces es un docente venezolano mediocre en lo material, en lo profesional, en lo moral y espiritual. ¿Y los máximos responsables de este deslave son los que llevaron al glorioso Luis Beltrán Prieto Figueroa al Panteón Nacional? Es el colmo del cinismo.
Ahora bien, sobre la interrogante que intitula este escrito: entre su diversa producción intelectual y doctrinal, Luis Beltrán publicó un libro denominado El Maestro como Líder, del cual tengo su quinta edición. En este material, Prieto marca su pauta teórica en torno a la noción de liderazgo, manifiesta su afinidad con Dewey en sus concepciones pedagógicas, y entra como precursor de las ideas de Paulo Freire y de otros sobre el carácter de líder que debe tener el docente.
Desde la perspectiva de lo señalado en los párrafos iniciales, aquí también se aprecia el rastro ignominioso de la actual gestión de gobierno al obstaculizar que el maestro de escuela y el profesor de liceo cumplan con los preceptos de Luis Beltrán, quien argumentó en este libro la necesidad de un maestro no sólo como líder de su aula y de su plantel, sino también como líder social en función de una armoniosa articulación escuela-comunidad, que en la teoría y teorética de los documentos del ministerio de educación predomina en papel tras papel, pero las realidades en esta materia son difusas, confusas, o no existen, o están embarradas por la politiquería, el clientelismo y la partidocracia
Además, ¿qué determinación de ser líder social puede tener un docente o un profesor si su cabeza y su ánimo están más pendientes de cómo hacer milagros con su sueldo para llevar el pan completo, COMPLETO, a su casa?
Además, ¿de las universidades del gobierno, de las misiones y de la chamba juvenil de donde vienen los maestros y profesores que están en las aulas, allí la formación que ellos reciben es para ser líderes o para ser activistas del PSUV y del gobierno?
En la actual realidad, el docente no puede ser líder social; y es lamentable porque la situación país ahora es cuando más necesita de un profesional de la docencia con conciencia de sus responsabilidades sociales y con plena comprensión de consolidar su capacidad de servicio en el aula de clase, en el plantel, en la comunidad, tal como lo afirmaba el maestro Prieto.
Colocando las cosas en su justo lugar, no solo este gobierno hace todo lo posible para que el docente no sea líder ni del aula, ni del plantel educativo, ni de la comunidad; es que también hace todo lo posible para que tampoco sea docente. ¿Y saben por qué? Debido a que los burócratas enquistados en el poder, ya vestidos de civil o de militar, no le dan importancia a esa profesión en Venezuela. Una realidad semejante de desprecio a la profesión docente la llegó a comentar otro prócer literario y humanista apellidado Unamuno, a propósito de la realidad imperante en la España de su tiempo, al decir:
“Al maestro de instrucción primaria se le desprecia en general; no sirve negarlo. Su oficio —se piensa— no es propio de hombres… ¡Eso de quitar los mocos a los chicuelos! ¡Pobre hombre! Estorba el niño en casa, molesta a los padres… «¡Ea, a la escuela!”
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Con la oscurana imperante en la sociedad venezolana, ¡cómo hace falta ese maestro líder que pregona el sabio Prieto Figueroa! Pero hay tantos obstáculos para eso, como lo hay hasta para bien enseñar.
Siendo así, es pésimo el presente que vivimos, y el futuro de Venezuela lo que da es miedo.
Beltrán Vallejo es Licenciado de la Escuela de Humanidades y Educación de la UDO.