El miope, por Teodoro Petkoff
El Presidente regresó de Madrid, como de todas las otras cumbres a las que ha asistido, repitiendo que esos eventos no sirven para nada y que son pura pérdida de tiempo. A lo mejor no le falta razón, pero nuevamente demuestra un ojo de águila para ver la viga en el ojo ajeno al mismo tiempo que una soberana miopía para apreciar una pajita en su propio ojo. Porque Chávez ha organizado aquí una «cumbre» para el diálogo que es un verdadero modelo de pésimo diseño y de ineficiencia.
Chávez estructuró la Comisión para el Diálogo poniendo de un lado a representantes del Gobierno y del otro a un grupo de señores y señoras que, con muy pocas excepciones, sólo se representan a sí mismos. El Presidente se pagó y se dio el vuelto; de entrada excluyó a casi todas las organizaciones que protagonizan el hecho político. Ni los partidos de oposición, ni la CTV, ni las organizaciones civiles de oposición, ni los medios, fueron invitados institucionalmente. Algunas individualidades de esos sectores participan a título personal, lo cual significa que sus posturas no son vinculantes. Esto ha dado pie para que el tiempo de esa comisión haya sido consumido hasta ahora en un debate absurdo acerca de si se convoca o no a esos grupos, en particular a la CTV. Los representantes gubernamentales se han opuesto con los más caprichosos argumentos, con lo cual, por supuesto, no existe nada que parezca un diálogo entre adversarios.
Este es el meollo de la cuestión. Si el Gobierno tuviera realmente interés en llevar adelante una conducta de reducción de tensiones y de búsqueda de salidas a la crisis que vivimos tendría que sentarse precisamente con quienes, de un modo u otro, representan a sus adversarios. De lo contrario, todo es puro boxeo de sombras, onanismo político. ¿Cómo carajo pretende Chávez desenguerrillar el país reuniéndose con el sindicalista Machuca, que tiene un pleito cazado con la CTV, o atendiendo al reconcomio de Aristóbulo, quien no quiere reconocer que perdió las elecciones en esa central sindical? Lo lógico es llamar a ésta, dejando de lado esa estúpida discusión leguleyesca sobre su legitimidad electoral, comprensible en tiempos menos turbulentos pero totalmente fuera de tiesto cuando el momento es políticamente tan sensible. Igual cosa se puede decir de los partidos, de las organizaciones civiles, del Bloque de Prensa, de la Cámara de Televisión. Lo lógico era pedir a estas instituciones la designación de sus representantes en el diálogo, para hacerlo directamente, y no invitar personalidades aisladas de esos mundos, simulando una intención dialogante imposible de concretar. Ahora se han designado unas «comisiones», cuyo cometido no está muy claro, para que «hablen» con aquellos sectores. Por supuesto, esto no llevará a nada.
O el Gobierno -y Chávez en particular- entiende que debe sentarse a la mesa de discusión cara a cara con sus adversarios (como se sentaron los americanos y los vietnamitas en París, durante 18 meses, para poner fin a la guerra) o aquí no habrá diálogo alguno. Ese debate mediante persona interpuesta es totalmente estéril.