«El Niño» Esteban, por Teodoro Petkoff
Chacumbele decretó la emergencia eléctrica. Puesto que tiene un conflicto tan serio con el principio de realidad, mucho tardó en admitir que el Sistema Eléctrico Nacional está boqueando. Pero no sólo lo hizo tarde sino sigue empeñado en continuar engañando al país. Lo central de su anuncio, como corresponde a su sentido autoritario y militarista, fue la amenaza de multas draconianas. Por supuesto, se equivoca si piensa que ese es el camino de lograr la cooperación de todos para hacer frente a la emergencia. Lo primero que hace un gobernante sensato, para lograr que todo el mundo meta el hombro, es decir la verdad y, sobre todo, asumir sus responsabilidades en el desastre. Ya olvidó la gran lección de su aparición televisada el 4F: asumió la responsabilidad del fracaso y eso, entre otras cosas, lo catapultó a la fama.
Seguramente el acento en la coerción podría ser mucho menor si el Gran Destructor dijera francamente que la culpa de este desastre es suya, aunque también el Gran Planificador Giordani tiene su alta cuota en esta calamidad. Que El Niño y la sequía tienen que ver con el problema, no hay duda, pero Chacumbele debería explicar, para mejorar un poco sus niveles de credibilidad, que esta vez, a diferencia de 2001, la disminución del volumen de agua en Guri es grave porque el resto del sistema eléctrico está en tan mal estado, que obliga a sobrecargar a la gran represa guayanesa. En 2001, todavía el Sistema Eléctrico Nacional no había sido destruido por Chacumbele y podía generar suficiente energía como para compensar la que Guri no podía dar entonces porque el nivel de sus aguas estaba muy por debajo del de hoy.
Eso ya no es posible. Si el nivel de Guri bajara a 240 metros, nos quedamos sin electricidad en todo el país, porque hoy no funcionan las plantas termoeléctricas que existían para la época.
El ejemplo más patético es Planta Centro, destruida por la incapacidad del chacumbelato. Chacumbele debería reconocer abiertamente que Giordani se equivocó cuando ordenó suprimir del plan eléctrico la construcción de las cuatro represas en el Alto Caroní y que, además, ha sido la suprema incapacidad de su gobierno lo que ha retrasado en ¡cuatro años! la terminación de la represa de Tocoma, también en el Caroní, donde lo que existe (Guri, Macaguas y la mitad de Caruachi) lo construyeron los gobiernos de antes en menos tiempo de los once años que tiene Chacumbele jodiendo a este país. Mucho bien le haría a la «emergencia eléctrica» si Chacumbele explicara las razones por las cuales de las 29 plantas termoeléctricas que su gobierno debía haber construido entre el 2000 y el 2007, sólo terminó 5 (de las cuales 3 están semi inoperativas) y si nos dijera en qué bolsillos están los 750 millones de dólares presupuestados en 2001 para la renovación, que nunca se hizo, del sistema de transmisión. También ayudaría si señalara de quién fue la genial idea de congelar las tarifas eléctricas durante años, uno de los capítulos más estúpidos de la demagogia populista, demostración cabal del dicho que reza «pan para hoy y hambre para mañana».
Pero Chacumbele se acordó de Santa Bárbara cuando oyó los truenos y ahora, en lugar de pedir disculpas por su imprevisión, cree que a punta de amenazas y gritos va a resolver el problemón que creó.