El peine, por Teodoro Petkoff
Hace dos semanas nos llegó copia de una circular supuestamente proveniente de la Dirección de Inteligencia del Ejército y del Estado Mayor de la Comandancia General del Ejército, cuyos dos titulares, generales de Brigada y de División, la habrían firmado conjuntamente. El texto informa «a todo personal militar que reciba vía Internet, mensajería de texto u otros medios, correos electrónicos, mensajes ofensivos, críticas o analogías de diferentes indoles (resic), contrarias al sistema de gobierno que preside nuestro comandante en jefe, teniente coronel Hugo Rafael Chávez Frías, deberá notificar de inmediato, el contenido recibido, a su comando natural o a la Dirección de Inteligencia del Ejército Nacional Bolivariano, atravéz (sic) de los correos…» (Aquí aparecen dos correos y un teléfono fax, que no vale la pena mencionar).
La circular presenta varios detalles que permiten dudar de su autenticidad y obligan a verificarla cuidadosamente. En primer lugar, la fecha original de emisión impresa es 06 de febrero de 2003, a las 11.17, pero aparentemente habría sido renovada, mediante un sello húmedo que reza «Supervisor CGCEJ» de fecha 12 de mayo de 2009. ¿Es este el procedimiento correcto? En segundo lugar, si la circular original es de 2003, llama la atención que a la denominación del Ejército Nacional se le añada el cognomento de «Bolivariano», cuando para esa fecha tal mote no había sido establecido.
Sin embargo, varios oficiales consultados nos aseguraron que la circular es verdadera (uno de ellos, ante nuestra insistencia, dijo: «Deja la ladilla, yo mismo la recibí»).
En todo caso, otros medios han publicado esta noticia y no han sido desmentidos, de modo que, aún con las reservas debidas, se la puede dar por cierta.
En cuyo caso, sería de una enorme gravedad que tal intimación se haya hecho circular entre los oficiales del Ejército. Se pretendería, con esto, generar temor entre los oficiales, de modo extremadamente perverso, puesto que en un país donde, a través de los medios electrónicos, circulan miles de chistes y bolas contrarias al gobierno, el oficial estaría obligado a informarlo, actuando como delator, pero peor aún, si el mensaje recibido no fuere anónimo sino de algún relacionado, el oficial estaría colocado ante el dilema de tener que sapear a éste, que bien podría ser hasta parte de su propia familia.
Habría una trampa adicional. Todas las computadoras y demás artificios electrónicos están «pinchados» (y así lo deja correr el gobierno, por eso se difunden las grabaciones), de modo que hasta sería posible que el oficial recibiese mensajes anti gobierno provenientes de los propios organismos de inteligencia. Si informa, actúa como un sapo y su moral se resquebraja; si no lo hace, entra inmediatamente en la categoría de sospechoso y candidato a un consejo de investigación. Si esta circular fuere cierta, en ella tendríamos uno de esos resortes que apuntan a debilitar la moral de sus obligados destinatarios.