El super testigo, por Teodoro Petkoff
¡Bueno, ahora sí se montó la gata en la batea! Resulta que según el DAS, de Colombia, el hombre que “vio, oyó, tocó, olfateó y tuvo mal gusto”, el supertestigo de Isaías, es un tipo con “antecedentes penales en la Fiscalía colombiana por los delitos de suplantación, estafa y uso de documento falso”.
El hombre clave de Isaías, de acuerdo con el DAS, es, pues, un farsante, un estafador y probablemente un mitómano. El tipo, dice el DAS, “fue detenido en 1999 por hacerse pasar como medico psiquiatra”. La misma coba que le metió a Isaías, quien se la tragó completica.
En todo esto lo que más asombra es la increíble ineptitud de la Fiscalía. No haber tomado la mínima precaución de averiguar en Colombia quién es el sujeto, linda ya con el retraso mental. Gente como Isaías es la que siempre cae en el viejo truco del “paquete chileno”.
Cualquier charlatán habilidoso puede engañarlos. Que ni el DAS ni la Cancillería colombiana hayan recibido “ningún requerimiento de las autoridades venezolanas” es sencillamente pasmoso. Todos los medios venezolanos estamos buscando, desde el primer momento, información en Colombia y a la Fiscalía no se le ocurrió hacerlo. ¡En manos de quién estamos, Dios mío!
Aparte de que un solo testimonio no hace prueba, que una acusación de tanta gravedad como la que se hizo haya podido ser montada —si el DAS está en lo cierto—, con base en el cuento de un farsante, de un mitómano, cuya personalidad no fue verificada, esto prácticamente deja el caso colgado de la brocha.
Lo único que nos falta es que la Fiscalía insista en presentar a su Super Agente 86 ante el tribunal.
Después de tamaño ridículo, Isaías Rodríguez tendría que considerar muy seriamente su renuncia. Es una cuestión de decoro.
A menos que prefiera recurrir, para analizar su caso, a los servicios profesionales del doctor Geovanni Vásquez De Armas, el famoso psiquiatra colombiano.