El surgimiento de una izquierda populista y reaccionaria, por José Rafael López P.
Twitter: @jrlopezpadrino
Históricamente la distinción entre izquierdas y derechas surgió en el marco de la Asamblea Constituyente en la Francia revolucionaria (1792). Para ese entonces los diputados miembros de la Asamblea se hallaban divididos en dos grandes grupos la Montaña y la Gironda que se ubicaron a la izquierda y la derecha del Presidente respectivamente. La Montaña propugnaba un estado revolucionario, mientras que los girondinos deseaban restaurar la legalidad y el orden monárquico. Así se produjo una identificación de la izquierda con políticas igualitarias y de justicia social, de lucha a favor de los pobres, y una derecha de carácter reaccionario, defensora de privilegios, adversarios de la justicia social.
El derrumbe de los regímenes burocráticos y autoritarios de la Unión Soviética y demás países de la Europa oriental, así como el magno fracaso de los mal llamados “proyectos socialistas” dieron pie a la deconstrucción de la izquierda y su división en dos grandes vertientes, una autoritaria y otra democrática. La primera carente de referente teórico, huérfana de presente y muchos menos de futuro. Una izquierda identificada con proyectos autoritarios (cívicos y militares) que en nombre de una falsa redención de los pobres han generado más hambre y más miseria en sus pueblos.
Esta izquierda autoritaria, ideológicamente no es marxista, pero sí con un marcado talante fascista. Es una izquierda antimarxista que se identifica con un estatismo y neo-caudillismo aberrantes que ha terminado abrazada a proyectos totalitarios comprometidos con el mantenimiento y la reproducción del capitalismo explotador.
En contra posición a esa izquierda autoritaria, es posible encontrar una izquierda democrática, con renovada confianza en sí misma y estrategias coherentes en pro de la defensa de los derechos humanos, el apoyo a la libertad de expresión, y la equidad social. Una izquierda proclive a corregir los males del capitalismo, pero enemiga de transitar el callejón sin salida del totalitarismo. Una izquierda consecuente con el principio de que “el libre desenvolvimiento de cada uno será la condición del libre desenvolvimiento de todos” (Marx-Engels, 1848).
Al margen de sus falsas proclamas “anti-capitalistas”, la izquierda autoritaria y bastarda ha venido reconstituyendo desde el poder nuevos mecanismos de acumulación del capital, garantizando forzosamente una “paz laboral” e imponiendo baja de los salarios, altas tasas de informalidad y pauperización laboral, todos ellos necesarios para facilitar la expansión y crecimiento del capital.
Es una izquierda bribona que desde el poder ha cercenado la autonomía sindical, propiciado la precarización y tercerización laboral, practicado la judicialización y militarización de la protesta laboral, penalizado el derecho a huelga, eliminado la seguridad social y que recurre al uso la violencia para eliminar cualquier disidencia posible.
Lamentablemente estamos en presencia de una izquierda antidemocrática apasionada defensora de la violación de los derechos humanos, amante de un nacionalismo costumbrista, practicante de la manipulación de la historia y la memoria de los pueblos y patrocinante de un capitalismo de estado salvaje.
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Hoy Marx y Engels se enfrentarían al drama de ver a sus “llamados herederos” defendiendo lo contrario de aquello que planteaban con vehemencia en el Manifiesto Comunista y para lo cual dedicaron gran parte de su vida. Definitivamente, dejaron atrás y sepultaron los sueños y las utopías que pérfidamente dicen defender.
Es una izquierda obediente y servil que ama la intolerancia y la inquisición, la represión y la muerte. Es una izquierda, demagoga, populista y reaccionaria.
José Rafael López Padrino es Médico cirujano en la UNAM. Doctorado de la Clínica Mayo-Minnesota University.
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