El único que puede violar la Constitución soy yo

Hablando de las negociaciones con los argentinos de Sidor el comandante tronó: «Nos estaban pidiendo que violáramos la Constitución y eso no lo puede hacer nadie». Sólo le faltó agregar: «Esa vaina sí que no, aquí el único que puede violar la Constitución soy yo». Verdaderamente da risa escuchar a este individuo que se ha pasado la Constitución por el forro de los riñones todas las veces que ha querido, reclamando la presunta violación por parte de otros. Este minicronista no sabe qué es lo que pretenden los argentinos y a lo mejor es verdad que sus posturas violentan la legalidad venezolana, pero que sea Chávez precisamente quien se los eche en cara es el caso del cachicamo diciéndole al morrocoy conchudo. Un sujeto que nos amenaza con reintroducir su reelección indefinida bajo la forma de una enmienda constitucional, violando así el espíritu y la letra de la Constitución, se queja de que otros, siguiendo su ejemplo, pretendan imitarlo. Chávez ha prostituido la Constitución, la ha vuelto un trapo sucio. Ha jugado con ella como le ha dado la gana. Cuando percibió que se le volvió una camisa de fuerza, que le impediría meterse por el camino de restablecer plenamente el antiguo capitalismo de Estado populista y que mantiene una arquitectura institucional civil y militar democrática, ha querido reformarla para ajustarla a su voluntad. Como no le salió la jugada, ahora pretende sortear la Carta Magna por la vía de los caminos verdes. Pero, al mismo tiempo, quiere reservarse la exclusividad de los mandarriazos a la Constitución. «Aquí el único que puede violar a la Bicha soy yo, que soy su padre».