Elecciones sin elección, por Luis Ernesto Aparicio M.
Es bien sabido que más de la mitad de los seres humanos que habitan este planeta, acudirán a las mesas, o a los sistemas que se utilicen, para elegir nuevos presidentes e integrantes de cuerpos legislativos, comunidades autónomas, alcaldías y todo aquello que forme parte de las estructuras de gobierno.
Como ya lo hemos comentado en anteriores entregas, a estos procesos electorales también acudirán aquellos que ya tienen asegurada una continuidad, más por su figura autócrata, llena de artilugios y otras malas prácticas, que por la propia elección de los ciudadanos. Hay una lista, muy considerable, de opresores que organizan un evento o simulacro del voto.
Ciertamente, los autócratas intentan confundir –y algunos lo logran– a los ciudadanos, y buena parte del mundo, montando un evento electoral, que, aunque nada tiene que ver con una elección libre, les funciona como bastidor o baño falso de democracia.
El caso de las pasadas elecciones en Rusia, una nación en las que sus elecciones deben tener una duración de tres días, por la inmensidad de su territorio. Pero también van acompañadas de un abuso de ventaja que le garantiza al actual «jefe» acudir a ellas sin «molestias opositoras».
Ya sabemos que el –único candidato– y ganador de esas elecciones, inicia un nuevo periodo de 6 años más, como presidente, extendiendo su presencia amenazadora para Europa y el mundo, más allá de sus veinticinco años en el cargo.
Para asegurar sus victorias consecutivas, Putin ha perseguido, encarcelado y otras cosas más a los contrincantes con mayores opciones, entre ellos Vladimir Kara Murza, Oleg Orlov, estos dos en cárcel con condenas y Alexéi Navalni quien murió en circunstancias poco claras también en la cárcel.
Pero el historial en contra de la oposición no se ha centrado solo en aquellos que han osado enfrentarle en el terreno político, también a quienes le han criticado, como el ex primer ministro Boris Nemtsov en el año 2000 y que, en menos de un año de haberse opuesto a la anexión de Crimea por parte de Putin, fue asesinado por la espalda.
La lista incluye exiliados, como el caso de Garry Kasparov, incluido en una terna que el régimen ruso ha diseñado con una acusación típica de los autócratas «terroristas y extremistas», muy usada por otros de este lado del mar Atlántico.
En el proceso de votación de rusia, solo se han presentado candidatos cómodos de vencer, que no producían ningún entusiasmo en los ciudadanos y que, de ocurrir, por alguna razón, seguro que el sistema de gobierno se encargaría de resolver a favor del hoy presidente de ese país.
El recién concluido proceso en rusia solo ha confirmado lo que muchos tienen como certeza –al menos que se equivoquen, ocurra algo internamente o ya no existan motivos internos para sostener a un autócrata– el evento ideal es disfrazar a la autocracia con el traje de la democracia.
Lo que acaba de ocurrir no se puede calificar, sino como una pantomima, una farsa para hacer ver que esa nación vive un sistema que se parece a la democracia que conocemos. Porque no es lo mismo ir a una elección, que ir a votar.
Pero como ya señalé con anterioridad, más de uno anda en esas andadas por estos lares de América. Uno que otro está intentando montar procesos electorales donde se vota, más no se elige, y otros intentan, o andan en eso, emular al de marras que ocupa el Kremlin.
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Porque, aunque una cosa conlleva a la otra, elegir y votar son conceptos relacionados, pero con sus diferencias. Mientras que la elección se refiere al proceso global de seleccionar representantes o tomar decisiones políticas, el voto es la acción concreta de cada individuo dentro de ese proceso, donde expresan su preferencia o decisión.
No obstante, la democracia, en algún momento de sus andanzas vencerá sus argucias y se abrirá paso entre las murallas de mentiras y engaños para abrir los caminos de libertad que la mayoría de los ciudadanos, de seguro, están buscando desesperadamente. Llegará, desde ellos, la ocasión para derribar estas invenciones electorales de los autócratas.
Luis Ernesto Aparicio M. es periodista, exjefe de prensa de la MUD
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