Empresarios dicen que inamovilidad influyó en «estampida» de trasnacionales en Venezuela
Los representantes del sector empresarial consideran que la inamovilidad laboral significó un aumento del parasitismo y que ha tenido un efecto pernicioso para malacostumbrar al trabajador
El presidente de Fedecámaras, Carlos Larrazábal, considera que la inamovilidad laboral -que en 2018 cumplió 16 años de haber sido instaurada- ha sido negativa para el país debido a que produjo un desestímulo en la producción de las empresas porque en vez de incentivar el trabajo, los empleados llegan a sus puestos y no cumplen con lo que tienen que hacer.
Expresó en una entrevista publicada en El Nacional que los patronos no pueden optimizar el personal, ni reprenderlo por las fallas que puedan generarse en las empresas, debido a que la Inspectoría del Trabajo no califica despidos aunque haya pruebas de las irregularidades cometidas por un trabajador como robos, destrucción de material de la compañía u otro caso.
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A su juicio, mantiene la legislación como un método político y la aplica solo al sector privado, «porque hemos visto que trabajadores de la administración pública son botados indiscriminadamente cuando protestan o manifiestan una opinión contraria”.
Es de la opinión de que la inamovilidad laboral fue uno de los ingredientes que causaron a varias empresas transnacionales se fueran del país por no tener el dinero suficiente para cumplir con los compromisos.
Por su parte, la presidenta de la Comisión de Asuntos Laborales de Conindustria, Maryolga Girán, este articulado no ayuda al incremento de los puestos de trabajo, ni para preservar los empleos que aún quedan. Detalló que en 2017 y 2018 se perdieron más de 300.000 puestos en la industria privada.
Refiere que la inamovilidad también ha significado un aumento del parasitismo y que ha tenido un efecto pernicioso para malacostumbrar al trabajador. “Ha distorsionado por completo las demandas de indemnización hasta convertirla en una simple venta del puesto”.
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La inseguridad jurídica en el país, junto a la inamovilidad y poca producción, ha producido en los últimos años el cierre de muchas empresas en Venezuela. Las trasnacionales que funcionaban en el país como Kellogs, Smurfit Kappa, Kimberly Clark, Goodyear, Firestone, General Motors, entre otras, se han visto obligadas a cerrar las puertas por la poca rentabilidad y deudas que no han podido asumir.
Eso ha motivado al Estado a tomar las instalaciones para «reiniciar» la producción e intentar abastecer de esos productos al mercado nacional.