En Venezuela 9,1 millones de personas están subalimentadas
Países como Venezuela que presentaban niveles de inseguridad alimentaria y pobreza elevados antes de la pandemia, afrontan un mayor riesgo de que su situación empeore en los próximos meses como consecuencia de los distintos factores que la pandemia ha agravado
Venezuela es en este momento el país con la mayor población subalimentada de toda América Latina, esto incluso por encima de países como México o Haití.
Esta información fue difundida este miércoles 2 de diciembre a través de la publicación del «Panorama de la Seguridad Alimentaria y Nutrición en América Latina y el Caribe«, presentado por la Organización Mundial de la Salud (OMS), la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), el Programa Mundial de Alimentos, la Organización Panamericana de la Salud (OPS), Unicef y FIDA.
Este informe detalla que el año 2020 ha traído consigo una de las peores crisis sanitarias «de las que se tenga recuerdos en la historia reciente», incluso, al finalizar este documento en todo el mundo hay más de 60 millones de personas infectadas por el nuevo coronavirus, y 1,4 millones de personas ha fallecido.
Incluso, las proyecciones apuntan a la mayor caída del Producto Interno Bruto (PIB), algo nunca antes visto desde la Segunda Guerra Mundial, estos indicadores también señalan un aumento significativo en los índices de pobreza en América Latina y el Caribe, que podrá alcanzar a 45 millones de personas.
Esta situación afecta «fuertemente el empleo y los ingresos, y repercute de manera desmesurada en la alimentación y la nutrición, especialmente de los habitantes más vulnerables de los países de la región».
Los estragos generados por la pandemia de covid-19 evidentemente afectarán los avances asociados a los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), sobre todo, aquellos dirigidos a poner fin al hambre, lograr la seguridad alimentaria y la mejora de la nutrición, «sus efectos aún no han sido medidos de forma completa, pero es muy probable que genere consecuencias inmediatas y duraderas sobre la calidad de vida de la población».
En los últimos cinco años Venezuela es el único país de la región que ha triplicado su población subalimentada, lo que la excluye de la lista de 16 países que entre los períodos 2013 y 2015, hasta la fecha 2017 y 2019, han reducido su prevalencia y han avanzado hacia el logro de esta meta.
Es decir, Venezuela encabeza la lista de países que han aumentado su población subalimentada, aquellas personas con dietas alimentarias insuficientes por las cantidades ingeridas o la escasez de nutrientes.
Los mayores aumentos correspondientes a los trienios 2013-2015 y 2017-2019 se concentran en ocho países de la región. Entre ellos, Venezuela muestra un incremento importante en su prevalencia, de 22,8 puntos porcentuales y 6,5 millones de personas subalimentadas, es decir, que en 5 años ha triplicado su población subalimentada.
Esto se traduce en que este el país con mayor crisis de alimentación de la región.
Con estos indicativos Venezuela se aleja cada vez más del hambre cero, destacando en estos indicativos con Haití, cuya prevalencia es del 48,2%, es decir, casi la mitad de su población está subalimentada, estamos hablando de 5,4 millones de personas, porcentaje que ha permanecido estancado durante la última década.
Por su parte, Venezuela, tras el importante aumento de la subalimentación de los últimos trienios, en 2017-2019 muestra una prevalencia
del 31,4%, lo que significa que su población subalimentada es de 9,1 millones de personas.
La mayor cantidad de población subalimentada de toda la región se concentra en tres países, o sea más del 50% de estas personas están, primero en Venezuela, seguido de México con 9 millones de personas subalimentadas y Haití con 5,4 millones.
América Latina y el Caribe concentra aproximadamente el 75% del total de la población que padece de hambre en el mundo.
FAO prevé que Venezuela resulte muy afectada por la devaluación de su moneda
Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) es presumible que los países importadores netos de alimentos, como Venezuela, Colombia, Costa Rica, Cuba, Dominicana, El Salvador, Granada, Honduras, Jamaica, México, Perú, Santa Lucía, San Vicente y las Granadinas, en especial aquellos de bajos ingresos, resulten mucho más afectados por la devaluación de su moneda.
Es que el confinamiento generado como consecuencia de la pandemia de covid-19 en el mundo entero, causaron gravemente la reducción de las actividades económicas, esto debido a que la demanda y el empleo han disminuido, y esto ha afectado la capacidad de generar ingresos para los hogares.
«Tomando en cuenta la pandemia, las estimaciones a escala mundial para el resto del año han anticipado una contracción económica próxima al 57%, el decrecimiento previsto en la región supera el 98%, que es cuatro veces mayor que el de la crisis del 2008-09.
Cabe destacar además que, en la región, antes de la pandemia uno de cada dos empleos era informal.
Es decir, gran parte de la población no cuenta con seguridad social y depende principalmente de sus ahorros para sobrellevar una crisis de esta magnitud.
A su vez, las restricciones de movilidad y la caída del consumo impiden a muchas personas generar ingresos. El informe detalla que «de una u otra forma, los hogares están sufriendo una merma de sus ingresos. Se estima que, como consecuencia de la pandemia, la pobreza afectará a 45,5 millones de personas más en la región».
El Salvador, Guatemala, Haití, Honduras, Nicaragua y Venezuela, que presentaban niveles de inseguridad alimentaria y pobreza elevados
antes de la pandemia, afrontan un mayor riesgo de que su situación empeore en los próximos meses como consecuencia de los distintos factores que la pandemia ha agravado.
Según las estimaciones del Programa Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas (WPF), la inseguridad alimentaria aguda en estas zonas podría llegar a afectar a 16 millones de personas (incluidos los migrantes venezolanos en Colombia, Ecuador y el Perú), tres veces más la población afectada antes de la pandemia.
Mortalidad materna va en aumento
Como parte de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, entre los que se encuentra el garantizar una vida sana y promover el bienestar para todos en todas las edades, está un estudio sobre los índices de mortalidad materna, que para el 2030 buscan erradicarse o disminuirse de forma significativa.
Las dos metas de esta sección son las relacionadas con reducir la mortalidad materna y además de la provocada por enfermedades no transmisibles (ENT).
La mortalidad materna corresponde a la muerte de la madre durante el embarazo, por cualquier causa relacionada o agravada por el embarazo o su tratamiento (OMS, 2019).
«La nutrición es fundamental para el desarrollo de un buen embarazo y evitar complicaciones en el parto. Durante la gestación, los déficits de vitamina D y ácido fólico acarrea distintas complicaciones, mientras que las carencias de micronutrientes como Vitamina A y hierro aumentan el riesgo de complicaciones durante el parto, aumentando la probabilidad de muerte», reza el informe.
En cuanto a la tasa de mortalidad materna, entre 2010 y 2017 se ha reducido en la mayoría de los países. Sin embargo, en cuatro de ellos aumentó la tasa por cada 100 000 nacidos vivos, estos son: Santa Lucía, San Vicente y las Granadinas, Venezuela, y, en menor medida, Jamaica.
Según las estimaciones de la OMS, en la región hay países donde queda mucho por avanzar, tal es el caso de Haití, donde la tasa actual (de
480) es siete veces la meta establecida, siendo además más del doble del promedio mundial (211).
Aunque el resto de los países se encuentran bastante por debajo de la tasa mundial, hay algunos que aún se encuentran alejados de la meta. En Guyana y Bolivia, la tasa al 2017 es más del doble, y en Venezuela, Suriname y Santa Lucía, aun se superan las 100 muertes por
cada 100 mil nacidos vivos.
Además, Nicaragua, Guatemala, República Dominicana, Perú, Paraguay, Colombia y Jamaica, presentan tasas superiores a las 70 muertes por cada 100 000 nacidos vivos.
En medio de estas situación, en la que una cantidad significativo de la población venezolana está sumergida en graves condiciones de hambre y subalimentación, el régimen de Nicolás Maduro se ha dedicado a cercar y amedrentar a las organizaciones que se han creado a través de la sociedad civil para palear el hambre, sobre todo, en las poblaciones más vulnerables.
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