Enésima metedura de pata de Chacumbele
Los resuellos por la herida de Chacumbele parecen resoplidos de ballena. Volvió a meterse con el Rey de España, esta vez con unas palabras de una vulgaridad y chabacanería difícilmente superables. Este minicronista no sabe si Alfredo Toro Hardy, embajador en España, o los espías de la DIM o la Disip que allá operan, le hacen llegar a su jefe los programas cómicos de la televisión de aquel país. Tal vez no se atreven. Pero Chacumbele debería verlos para tener una pálida idea de cuánto se ha autodestruido. No sólo no lo toman en serio sino que lo despellejan sin piedad, tanto que a uno como venezolano le da pena ajena. Que el Presidente de nuestro país se haya transformado en hazmerreír produce una cierta incomodidad como venezolano. Pero él mismito se lo buscó. Lo de Chacumbele no es un apodo gratuito. Para colmo embistió contra la primera ministra de Alemania, Angela Merkel, pero dando una demostración de una ignorancia enciclopédica. La acusó de pertenecer a un partido que apoyó a Hitler. En su infinito desconocimiento de los datos más elementales de la política mundial, que un Presidente debería conocer, ignora que la señora nació en 1954, diez años después de la muerte de Hitler, y que no proviene de los Thyssen o los Krupp sino que es hija de un pastor luterano, de una modesta familia de clase media, siendo ella misma especialista en física cuántica y habiendo vivido toda su vida en la Alemania del Este. Su partido demócrata-cristiano fue fundado después de la guerra y el líder de éste, Konrad Adenauer, estuvo preso hasta el final de la guerra. ¿Qué dijo la señora Merkel para merecer la ira de Chacumbele? Una mera opinión política, extremadamente mesurada: «Chávez no es la única voz de América Latina». Ego Chávez se ofendió. ¿Será que de verdad cree que él habla por todos los habitantes de este continente?