Escudo Bolivariano, por Javier Ignacio Mayorca
Las últimas maniobras de la Fuerza Armada colocan a una buena parte de la población como “enemiga” del régimen y, por ende, susceptible de ser objetivo militar en un contexto de conflicto
Las maniobras Escudo Bolivariano fueron mucho más que lo reflejado en el video de la gordita miliciana atascada en el caucho de un circuito de entrenamiento.
Ese episodio contribuye a reforzar una imagen de los milicianos que puede ser parcialmente cierta, pero que no explica el denodado interés del régimen por promover el crecimiento de la institución, caracterizada como “pueblo en armas”. La banalización de uno de los factores del conflicto no es conveniente, aún si la iniciativa parte de sectores del propio oficialismo.
Escudo Bolivariano fue mucho más que esa anécdota. Los milicianos, como el resto de la Fuerza Armada, participaron en unas maniobras que perfilaron las acciones a emprender si en Venezuela llegase a declararse un estado de conmoción, en virtud de la intervención de factores externos.
En primer lugar, cabría preguntarse qué se intentará proteger con el mentado escudo. Sobre ello, hay varias pistas. Una muy significativa es que en la fase preparatoria se ordenó el traslado de tropas de la Guardia Nacional desde el estado Miranda hacia el municipio Libertador. Allí, los militares y los grupos civiles armados conformarían una serie de anillos en torno a Miraflores, lugar donde tiene su asiento el Poder Ejecutivo.
En algunos documentos revisados para este trabajo en torno a los recientes ejercicios militares se pudo apreciar una premisa común: las acciones de la Fuerza Armada y los grupos civiles del oficialismo eran la respuesta a la incursión de “fuerzas invasoras” de Estados Unidos en hipotética alianza con factores locales. El “enemigo”, entonces, no solo son los militares estadounidenses sino todos los que rechacen al actual régimen.
Esta línea ha sido trabajada desde hace varios años. Ya el famoso Plan Zamora y sus catorce planes subsidiarios adelantaron algunas cuestiones al respecto. Incluso, las primeras maniobras Escudo Bolivariano, llevadas a cabo en 2015, hacían referencia a esta misma situación. Solo que ahora la respuesta perfilada por los militares ha sido más contundente.
Por ejemplo, el despliegue de los sistemas de misiles BUK y Pechora en torno a los aeropuertos que sirven a la capital, y el apostamiento de tanques T-72, así como otros blindados en los principales accesos a la capital pareciera indicar una mayor disposición del Ejército a participar en situaciones que no necesariamente tienen las características de conflicto regular.
Otro elemento se refiere a la gestación en el Ejército de los llamados “grupos tácticos de batallón”, o GTB, que son unidades especiales de dimensiones reducidas, cuyo propósito es liderar las actividades de guerra irregular. En diciembre, la comandancia de este componente ofició a la Academia Militar para que se hiciera la escogencia de los estudiantes que pintaban mejor para esta tarea. Los GTB son creación directa del ejército ruso y fueron puestos en acción en los conflictos de Ucrania y Siria.
Como parte de Escudo Bolivariano, se llevaron a cabo actividades en Higuerote y Carenero, en las que participaron efectivos de fuerzas especiales junto a milicianos. Se simuló la colocación de minas antipersonales en las vías que dan acceso a la capital y en las playas donde supuestamente desembarcarían las tropas invasoras. Otro tanto se hizo en el aeropuerto de Higuerote, donde fueron emplazadas baterías antiaéreas falsas o dummies, con el propósito de transmitir la impresión de que se posee una capacidad bélica mayor que la realmente disponible.
En el caso de los ejercicios llevados a cabo en Barlovento, las acciones estuvieron orientadas por el llamado “método táctico de resistencia revolucionaria”, que le confiere una importante participación a los civiles en la defensa de los intereses del régimen.
Este procedimiento ha sido objeto de estudio en las academias militares del país, por lo menos desde hace tres años, como parte de una materia más amplia referida a las guerras de cuarta generación. Las fuentes de inspiración son teóricos chinos. En los casos de la Armada y la Guardia Nacional se da a entender que en las primeras de cambio el “ejército invasor” logrará establecer posiciones en el territorio nacional, luego de vencer la resistencia ofrecida por los conglomerados de tropas regulares y civiles. En este contexto, la victoria para los militares venezolanos estaría definida por la posterior expulsión de los contingentes extranjeros.
En el escenario de guerra planteado en el aeropuerto de Higuerote, por ejemplo, el tiempo tope de resistencia para los militares venezolanos sería de dos semanas. En esos días de duros combates, no contarían con refuerzo alguno.
Escudo Bolivariano, desde luego, tiene un guión de final feliz para los militares leales al régimen. Pero esta es una situación hipotética. La vida real, en cambio, se acerca más a lo declarado por el Protector del Táchira, Freddy Bernal: un conflicto con las fuerzas armadas de Estados Unidos sería “un suicidio”.
Breves
-En los últimos meses, la Fiscalía ha dado una mayor visibilidad a los casos en los que murieron mujeres a manos de sus parejas. Según este discurso, parece que la violencia homicida en Venezuela se ensaña contra las personas de sexo femenino, en contextos de intimidad.
En realidad, las propias cifras manejadas por el Gobierno revelan que la victimización de este sector de la sociedad ha disminuido tanto en números absolutos como en porcentaje con respecto a la población victimizada.
En 2019, fallecieron en hechos de violencia 691 mujeres adultas, adolescentes y niñas. Esto equivale al 9% de los casos. El año anterior fue 16%.
Según fuentes de Relaciones Interiores, la mayor cantidad de víctimas tiene edades entre 25 y 29 años. Y el móvil más frecuente así como en el resto de los homicidios, es el llamado “ajuste de cuentas”. Desde luego, hubo una gran cantidad de casos en los que no se supo por qué mataron a la persona, toda vez que Cicpc no profundizó en las averiguaciones, pero las muertes de mujeres por razones pasionales suelen dejar muchas evidencias, producto de los arrestos de ira y dolor. Y por eso se llegó a la cifra de 131 víctimas.
La puesta en vigencia de la Ley Constitucional de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) también tomó por sorpresa a buena parte de la institución militar. No por el hecho en sí, puesto que el ministro de la Defensa Vladimir Padrino había acudido en diciembre a entregar el proyecto correspondiente ante al Asamblea Nacional Constituyente, en un acto público.
Lo que sorprendió fue la relevancia adquirida en este nuevo esquema por la Milicia Nacional Bolivariana así como las nuevas funciones que asume todo el sector militar. En la entrega anterior se sostenía que con esta ley todo el país, y no solo la FANB, entraría en una nueva etapa.
De ahora en adelante, lo militar estará mucho más presente en la vida de toda la ciudadanía, a pesar de la falta de popularidad que tiene la Fuerza Armada como institución. Cuarteles adentro, es tal el desconocimiento del nuevo texto que los comandantes de zonas en el interior del país ordenaron una ronda de charlas y conferencias para explicar su contenido, y compararlo con el de la ley recientemente derogada, que apenas tuvo cinco años de vigencia.