Escueta actividad crediticia impulsa tímidamente los préstamos no bancarios
Durante los últimos años han surgido algunas startups enfocadas en otorgar préstamos no bancarios, principalmente en forma de microcréditos para el emprendimiento o el consumo, con tasas de interés que oscilan entre el 3% y el 7% y posibilidades de pagar en plazos de unos 12 meses. Se constituye también un mercado informal no regulado que implica riesgos de estafa para los prestatarios y de impago para los prestamistas
A pesar del rebote que ha experimentado la economía venezolana en los últimos dos años y el alivio que representa para la actividad industrial y comercial, el clamor de las empresas se centra ahora en la reactivación del crédito bancario.
La contracción de la economía y las políticas restrictivas del gobierno de Nicolás Maduro acabaron por desaparecer las herramientas de crédito y financiamiento disponibles hace una década. En este contexto, los ciudadanos y los empresarios necesitados de créditos —siempre en cantidades moderadas— deben recurrir a ofertas fuera del sector bancario.
Y es que la banca permanece atada con un encaje legal establecido en 73% por decisión del Gobierno. Esto quiere decir que está obligada a mantener la mayor parte de los depósitos que recibe congelados en lugar de utilizarlos para prestar dinero. Los fondos que quedan libres son insuficientes para reactivar el crédito.
Como resultado, la cartera de créditos de la banca venezolana se sitúa en Bs 11.356 millones, equivalentes a unos $685 millones al hacer la conversión según el tipo de cambio publicado por el Banco Central de Venezuela (BCV).
Estos $685 millones muestran un incremento importante con respecto al año pasado, pues 2021 cerró con una cartera crediticia de $321 millones, menos de la mitad del tamaño actual. No obstante, sigue siendo insuficiente.
Según economistas y analistas financieros, una cartera de créditos sana debería oscilar entre el 25% y el 35% del Producto Interno Bruto (PIB) de un país. En el caso de Venezuela, estos $685 millones representan el 0,83% de los $82.145 millones de PIB que proyecta el Fondo Monetario Internacional (FMI) para Venezuela al cierre de 2022.
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Estos fondos quedan muy lejos de satisfacer la demanda de un sector comercial en auge, famélico de créditos para iniciar nuevos negocios, reponer inventarios, pagar nómina, adquirir nuevos equipos y saldar deudas.
Asimismo, este sector del mercado ha sido detectado por iniciativas privadas, que decidieron ocupar el espacio de la banca nacional con diversos proyectos dedicados a ofrecer alternativas de financiamiento.
Los nuevos prestamistas
Una variedad de startups (empresas emergentes que funcionan gracias a la innovación tecnológica) han surgido en los últimos años para cubrir la demanda del mercado de microcréditos.
Aunque aún no hay demasiados actores privados dispuestos a ofrecer grandes sumas a empresas importantes ante la incertidumbre de la economía venezolana, para la clase media y baja, los microcréditos pueden marcar la diferencia ante la ausencia de capital.
Una de estas iniciativas surge por parte de Ribo Capital. Se trata de una empresa radicada en República Dominicana que empezó a ofrecer préstamos en Caracas a finales de 2021.
Ribo Capital Ofrece préstamos personales de hasta $1.000 a pagar en cuotas de hasta 12 meses. También para pequeñas y medianas empresas (Pymes) con montos desde los $1.000 y pagos en un plazo de máximo 24 meses. Cobran intereses de 7% sobre el monto prestado.
Este servicio establece los siguientes requisitos en el caso de los préstamos personales:
- Documento de identidad.
- Recibo de luz que especifique la residencia del prestatario.
- Constancia de trabajo.
- Estado de cuenta bancario de los últimos dos meses.
- Dos referencias personales.
Para los préstamos dirigidos a Pymes, los requisitos son los siguientes:
- Copia literal de la empresa.
- Ficha RUC.
- Tres últimas declaraciones fiscales.
- Contrato de alquiler del local.
- Documento de identidad.
- Recibo de luz que especifique la dirección del establecimiento.
- Constancia de trabajo.
- Estado de cuenta bancario de los últimos dos meses del solicitante.
- Dos referencias personales.
De acuerdo con declaraciones para Bloomberg de Gabriel Castillo, director ejecutivo de Ribo Capital, la mayoría de los préstamos que ha otorgado la empresa se dirigen a comercios que necesitan pagar nómina. Actualmente registran unos 400 préstamos pendientes, a pagar en un plazo de 12 meses.
La página web de Ribo Capital ofrece a sus usuarios una calculadora para determinar los pagos mensuales. Los tipos de crédito que especifican incluyen también préstamos para la compra de vehículos y van hasta los $12.000. Los créditos hipotecarios son todavía un pendiente.
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Otro proyecto, denominado Pídelo, aborda específicamente el nicho de las zonas populares. Se centran en microcréditos para que los ciudadanos de los barrios caraqueños puedan iniciar sus emprendimientos.
Con préstamos desde $100 hasta $3.000, en noviembre Pídelo otorgó más de 200 microfinanciamientos en menos de un mes, con tasas de interés que oscilan entre 3% y el 5%. Sus impulsores afirman que cada vez crece más.
La empresa que ejecuta esta iniciativa, Alalza Inversiones, se unió a la Bolsa Venezolana de Caracas (BVC) el pasado mes de junio con la intención de recibir apoyo de inversionistas para seguir creciendo y establecerse, no solo en zonas populosas de Venezuela, sino en México, Chile y Perú.
«Ofrecemos créditos para microempresarios para acelerar sus pequeños negocios. Los emprendedores necesitan capital de trabajo para poder crecer. Otorgamos microcréditos para incentivar el modelo de negocios de bodegas de barrio, de kioscos, para pasar del emprendimiento al negocio constituido», declaraba Jesús Castillo, jefe de mercadeo de Pídelo, durante la salida en bolsa de Alalza Inversiones.
Para pedir un préstamo a través de la plataforma de Pídelo, el solicitante debe acceder a la página web y enviar una solicitud. Al recibir respuesta, debe registrarse indicando datos personales, del negocio, detalles sobre las ventas del emprendimiento y las metas que espera alcanzar tras recibir el crédito.
En otra vereda se encuentra otro proyecto, esta vez no enfocado en el crédito empresarial, sino al consumo, menguado por la práctica desaparición de las tarjetas de crédito.
Se trata de una empresa llamada Cashea, una aplicación para teléfonos inteligentes que facilita el pago de productos en cuotas. Bajo el lema «compra ahora y paga después», establecieron una red comercial con más de 20 establecimientos en los que el usuario puede comprar un producto hasta por la mitad de su precio e ir pagando el restante en cuotas mensuales, por hasta tres meses, sin intereses. Las tiendas aliadas de Cashea en las que está disponible este servicio, por ahora, son:
- Korotos
- Springfield
- Desigual
- A1Win
- Depofit
- Pintacasa
- Push&Co
- Planeta Sports
- Zippy
- Anakena
- Doctor Lente
- Timberland
- MNG
- Crew Cusica
- Pro Player
- Aldo
- Parfois
- Balú
- Xiaomi
- Swarovski
- Balú Hogar
- Women’s Secret
- Cortefiel
- Opera
Para empezar a utilizar la aplicación solo se requiere descargarla en un teléfono inteligente, registrarse suministrando el número telefónico y el correo electrónico, y verificar la identidad del usuario enviando una foto de la cédula de identidad y una foto del rostro de la persona.
Con este simple registro, el usuario puede solicitar el financiamiento para la compra de productos en las tiendas aliadas que especifica la aplicación. También tiene disponible algunas descripciones de productos en línea y detalles sobre cuánto pagaría cada mes.
Informalidad al orden del día
A pesar del crecimiento de la actividad crediticia no bancaria a través de estos proyectos encabezados por empresas formales, la demanda de créditos está lejos de ser cubierta.
Una parte del mercado es abordado, entonces, por prestamistas particulares informales, personas con un exceso de capital que pueden prestar ese excedente de forma expedita y sin papeleo de por medio.
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Los prestamistas con este perfil trabajan por lo general con sumas de unas pocas decenas o cientos de dólares. Suelen acudir a ellos quienes presentan una necesidad urgente y cobran intereses fijos del 10% o del 20%.
Aunque este tipo de préstamos implican una solución fácil y rápida para acceder al crédito, también conlleva riesgos importantes. El prestamista se arriesga al impago del deudor, mientras que el prestatario puede afrontar alguna estafa si el contrato es de financiamiento e implica el pago de alguna inicial o una inversión inicial. Es frecuente ver denuncias de estafas en redes sociales, condenando a empresas ficticias que ofrecen este tipo de servicios financieros.
La cuenta de Instagram @bankoro7 se describe como «especialista en préstamos» y otros servicios financieros. Afirman estar ubicados en una oficina de la torre empresarial Parque Cristal, pero su última publicación —realizada a mediados de junio— fue abordada por al menos una decena de personas exigiendo la devolución de su dinero.
Las distorsiones de este tipo proliferan en un mercado informal al cual la población se ha visto en la obligación de acudir ante la ausente oferta de alternativas formales en el sector bancario.