¿Está enferma la tierra?, por Alexander Cambero
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Un arbusto de cerezos en el jardín del senador, por el estado de Wisconsin, Gaylord Nelson, fue quien lo inspiró a proponer ante el Congreso de los Estados Unidos, la celebración cada 22 de abril del día mundial de la tierra. La especie había sido sembrada por su madre semanas antes de morir de cáncer. ¿Por qué escogió la fecha? Lo hizo por ser el día en que ella, con severos problemas de salud, lo plantó en homenaje a la naturaleza, como excelsa creación del Dios eterno.
Más allá de lo estrictamente íntimo, fue un llamado al mundo para que tomase conciencia sobre los graves problemas que confrontamos como sociedad. El funcionario norteamericano era un ferviente activista ecológico. En 1969 lideró una manifestación en donde acudieron delegados de más de dos mil universidades, escuelas públicas y estatales que presionaban al gobierno del entonces presidente Richard Nixon, para la creación de la Agencia de Protección Ambiental.
La encargada de la relatoría ante las autoridades de Washington, fue su progenitora, la jurista Dorothy Johansson. Este exitoso movimiento fue el preámbulo de la fecha, las jornadas ciudadanas consiguieron el viento de vela requerido, el congreso norteamericano acogió aquellas inquietudes, como una propuesta que convocara al mundo a tener conciencia en temas como: el desarme nuclear, el medio ambiente, la superpoblación, el hambre y la pobreza.
Si bien se celebra desde 1970, es desde el 2009 cuando, por mandato de la ONU, se conmemora de manera oficial, formando parte de una de las prioridades del organismo multilateral en su empeño por lograr mejores condiciones de vida para todos.
Una realidad espeluznante
Conmemoramos un nuevo aniversario de un planeta en crisis. Más de siete mil millones de personas hemos hacinado el domicilio común. Una poderosa daga atraviesa el costado de sociedades pulverizadas por diversas problemáticas. En 1964, el planeta poseía aproximadamente tres billones de árboles distribuidos en los cinco continentes. ¿Sabían que en cien años perdimos un billón? Esto equivale a cuatro siglos en la antigüedad.
Con cerca de 2 mil millones de personas estrechamente vinculadas a la naturaleza. Desde la década del setenta pasamos de doscientos millones de humanos que utilizaban la leña como combustible a la cifra de ochocientos millones, semejante estadística es abrumadora. Hoy el marcado deterioro ha pulverizado vastos territorios, y el fuego aniquilador ha arrasado con kilómetros de bosques amazónicos en los últimos años.
Las reservas forestales del sudeste asiático han dado paso a moles de concreto en ciudades llenas de esplendor, pero carentes de bosques esplendorosos. Esto hace que los problemas del agua sean tan dramáticos que algunas regiones del planeta prácticamente están sacudidas por una realidad sin respuestas. Otro aspecto gravísimo es lo atinente a nuestros océanos. Según el científico y escritor Isaac Asimov, los océanos tienen un área total de 205 millones de kilómetros cuadrados y cubre el 71% de la superficie de la tierra, la contaminación actual atenta no solo contra la vida marina, sino que vulnera la vegetación acuática, que es la responsable de producir el 68% del oxígeno.
En África, el hambre pulveriza a miles de personas que desembocan en el infierno de las peores calamidades; son pueblos que todavía arrastran los bemoles de siglos de oscurantismo. La pandemia de moda tiene atemorizado al mundo, los hospitales estuvieron abarrotados de pacientes, las morgues se llenaron de cadáveres, sin distingos de clases sociales e ideologías. Un virus letal, que, sin embargo, tiene menor poder disuasivo que la inconsciencia del hombre, el mayor enemigo del planeta, somos nosotros: cuando nos dedicamos a destruir, con una saña que asusta hasta al propio odio.
En la actualidad existen experiencias interesantes que buscan revertir la situación. Desde hace algunos años sociedades nórdicas han logrado ir fortaleciendo la conciencia en la defensa de nuestros recursos. Es fundamental tomar conciencia sobre lo que ocurre en nuestra casa común. Debemos ir a las nuevas generaciones a través de la educación a todos los niveles. Una mirada preponderante debe estar en los sectores rurales, es allí en donde organizaciones como Acción Campesina, dan herramientas para la transformación del ser humano. Es enseñando lo importante de preservar cada espacio que simboliza un inmenso amor por la salud del planeta. Somos millones de personas obligadas a convivir con racionalidad.
Alexander Cambero es periodista, locutor, presentador, poeta y escritor.
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