Estás pelando bola, por Teodoro Petkoff
En circunstancias ordinarias, una discrepancia entre el gobierno norteamericano y el nuestro no pasaría de un intercambio de notas. Pero hoy, dentro del marco de una situación política en la cual el Presidente está empeñado en autoacorralarse, aquella fricción, desgraciadamente, se transforma en parte del debate interno y añade dificultades adicionales a un gobierno que ya confronta demasiadas.
Es difícil encontrar una racionalidad en la conducta del gobierno. En un país ya peligrosamente polarizado en dos mitades que, además, están virtualmente incomunicadas y sólo se miran mutuamente a través del prisma de los prejuicios, el gobierno actúa para profundizar la brecha. Ciego ante las evidencias, no logra percibir el decisivo cambio que se ha producido en la opinión nacional y que del respaldo multitudinario y fervoroso ya no queda sino una cada vez más desvaída sombra. Sin embargo, mantiene un tono confrontacional que hasta ahora no ha producido otro resultado que el de contribuir a estrechar su base política. Si el Presidente se detuviera un momento a examinar su entorno, percibiría, sin mayor dificultad, cuán solo se ha ido quedando.
Pero no lo hace. Conocemos demasiado bien esa racionalización suicida que sostiene cosas como que «el proceso se fortalece al depurarse» o «somos menos, pero puros». Pura basura ideológica. En condiciones democráticas, un proceso del que se desprenden continuamente, o son echados a patadas, muchos de sus protagonistas iniciales, no se fortalece sino que se debilita. Entre los que quedan es cada vez mayor el peso específico de los adulantes, los incondicionales y los oportunistas.
Chávez está llegando a toda maquina a un momento crucial. O rectifica o abre camino a una crisis de gobernabilidad. La alternativa de esa inefable «radicalización», que a ratos pareciera acariciar conduciría al principio del fin. El brutal ataque a El Nacional, el «procedimiento administrativo» contra Globovisión y la estúpida e inoportuna revisión de la concesión a Vale TV, parecieran indicar una tendencia a pasar del discurso agresivo a la represión abierta de la libertad de expresión. Las presiones sobre el MAS, para dividirlo, las tentativas de sabotear y «encochinar», para posteriormente desconocer las elecciones sindicales son otras expresiones de esa propensión a huir hacia delante. Por ese camino se marcha hacia un choque frontal que llevaría al país a una situación impredecible, de la cual nadie saldría airoso. Por ese camino estás pelando bola, Hugo. Coloquialmente te lo decimos.
Rectificar requiere coraje. Implicaría un viraje profundo en el modo de relacionarse con el país, a partir de la comprensión del hecho de que en democracia la gobernabilidad sólo la asegura la capacidad de crear consensos o, al menos, acuerdos mínimos. Todavía hay tiempo, pero no mucho porque ya las campanas están comenzando a sonar. ¿Por quién doblan las campanas?