Este barbarazo acabó con tó, por Teodoro Petkoff
Aunque usted no lo crea, el presidente dijo lo siguiente el jueves pasado: «Algunos dicen que si la fábrica no sé qué, de pasta, no podrá producir porque el Gobierno decretó la emergencia eléctrica y hay que reducir 20% el consumo de la energía. Bueno, si no pueden producir el Gobierno si sabrá entonces cómo ponerlas a producir, porque nosotros si sabemos». Por supuesto que saben. Saben como destruir todo lo que cae en sus manos. Sidor, después de estatizada, y bastante antes de la crisis eléctrica, ya había visto caer su producción a un poco más de la mitad de los cuatro millones de toneladas de acero que salían de sus hornos y con la crisis eléctrica la perspectiva se hace aún peor. Basta un ejemplo: para producir cabillas debe importar de Brasil las palanquillas, que son el insumo para aquellas. El Sistema Eléctrico Nacional es una muestra cabal de la extraordinaria gerencia «revolucionaria». Menos mal que «saben», ¡dígame si no supieran! Ya las velas habrían sustituido completamente a los bombillos. Estos «sabios» tamde cemento también va palo abajo, después de la estatización de Cemex, Lafarge y Holcim.
En fin, no vale la pena seguir enumerando. «Manitos de Seda» deberían llamar a Chacumbele. Todo lo que toca lo desbarata. Si hasta a Pdvsa la tiene pariendo, cosa que nadie habría creído posible años atrás. Chacumbele, de por si, no tiene mayor idea de cómo administrar una empresa. Su única experiencia al respecto fue la de la cantina de la guarnición de Maturín y de allí seguramente le quedó la convicción de que sacar cuentas y hacer que los ingresos superen a los gastos no importa porque «la Superioridad» siempre reponía el faltante en la cantina. Ahora que se metió a «marxista-fidelista» la cosa es peor porque cree que eso de vigilar costos de producción y rentabilidad de las empresas son tonterías capitalistas, en las que un revolucionario no puede perder su precioso tiempo. La fabulosa gerencia cubana, que ha hecho de la isla todo un emporio de riqueza y bienestar, lo tiene encandilado. Al tipo no le cabe en la cabeza que si una empresa de proceso continuo debe apagar hornos y máquinas durante algunas horas al día, la producción, y con ella la rentabilidad, tienen que disminuir forzosamente. Nuestro genio de la gerencia pública no aprende ni siquiera viendo lo que está ocurriendo en Sidor y en el aluminio, donde el racionamiento eléctrico, decretado por él mismo, ha colapsado la producción. No aprende porque en su cabeza está calcificada la idea de que si las empresas públicas tienen déficit, el ingreso petrolero, que él maneja, se encarga de poner la diferencia. Porque él si sabe. Así era en la cantina del cuartel de Maturín. ¿Por qué tendría que ser diferente en Sidor? ¿O en las panaderías que tiene en la mira para expropiar?