Esto le sacó la piedra, por Teodoro Petkoff
Está visto que a Chávez lo descompone la comparación con Carlos Andrés Pérez. La portada y el editorial del jueves pasado ( “El retorno del Jedi” ) le sacaron la piedra. Pero es que nada se parece más al primer gobierno de Pérez que el gobierno de Chávez. Ayer, en su programa dominical, embistió contra nosotros, a propósito de ese editorial, pero fiel a su estilo de perdonavidas, dedicó más tiempo a insultarnos que a intentar rebatir nuestros argumentos. No lo seguiremos a ese terreno, aunque provoca, pero el fondo del asunto es tan importante que vale la pena entrar a considerarlo, sin perder tiempo en lo subalterno.
Traer a colación a CAP (Uno) es inevitable porque durante ese periodo también se derramó sobre el país una cascada de dólares, como consecuencia de la primera gran subida de los precios del petróleo. Es lo mismo que viene ocurriendo ahora, cuando Venezuela está viviendo una repetición del boom petrolero, pero a una escala mucho mayor que entonces y durante un lapso más prolongado. No es casual que las respuestas de Chávez a esta bonanza petrolera se parezcan a las que dio Pérez. Son las respuestas del que se saca un kino milmillonario y no es capaz de dominar las fuerzas de su entorno que lo presionan para despilfarrar esa repentina fortuna.
En el caso de Venezuela, como en el de Nigeria o Indonesia o SaudiArabia, se trata del entorno institucional, de esa estructura de poder que en la moderna literatura económica se denomina petroestado, el hipertrófico Estado nacido al calor de los ingresos petroleros.
Cuando a CAP le llovieron petrodólares su gobierno se embarcó en proyectos faraónicos, financiados por el gasto público y, paradójica y simultáneamente, por un enorme endeudamiento. Ninguno de esos proyectos se ha sostenido económicamente y los que sobrevivieron ha sido gracias a la plata que les inyecta el Estado, lanzándola literalmente a un barril sin fondo. El Estado bajo CAP engordó, llenándose de centenares de miles de empleados innecesarios y decenas de nuevos organismos e institutos, cuyo mantenimiento cuesta una bola de dinero. Con Chávez también la burocracia estatal vuelve a crecer desorbitadamente. Con Chávez ya vamos por 23 ministerios y no se sabe cuántos institutos autónomos.
Como con CAP Uno, se crean empresas públicas a fondo perdido. Como con CAP Uno, la deuda pública ha crecido monstruosamente en los años de Chávez. CAP despalilló en un santiamén el Fondo de Inversiones de Venezuela (FIV), que él mismo había creado para represar parte del dineral que recibía su gobierno, y con Chávez ya no queda casi nada del Fondo de Estabilización Macroeconómica (FIEM) y ha creado un fondo petrolero que sin duda correrá la misma suerte.
Cuando vengamos a ver, ese fondo habrá financiado algunos proyectos ruinosos y de la mayor parte de ese dinero ni siquiera se sabrá dónde fue a parar. Miles de millones de dólares gastados y el país está más lleno de pobres que nunca. Como con CAP Uno, la corrupción ahora también se hace asfixiante.
Ahora como entonces, el discurso megalómano y delirante es el mismo. “Ustedes son actores de la gran transformación nacional que hará de Venezuela uno de los grandes países del mundo (…) Sabemos cómo utilizar los instrumentos de la ciencia y la tecnología para transformar nuestros recursos naturales e incorporarnos –con nuestra propia personalidad y nuestra propia voz– al concierto de las grandes naciones del mundo”. ¿Hugo Chávez? No, Carlos Andrés Pérez, el 11 de septiembre de 1974, hablando de la “Gran Venezuela”. La mesma vaina.