Estos sí son fraudes, por Teodoro Petkoff
Autor: Teodoro Petkoff
1 Inseguridad social
¿Cuántas veces ha sido cambiada la directiva del Seguro Social en estos cinco años? Nadie podría decirlo con certeza, tal ha sido el ritmo con que entran y salen esos funcionarios (y funcionarias). La actual directiva ya está en salsa. Por lo general han sido acusaciones de corrupción las que han acompañado las destituciones habidas. Pero la corrupción no es sino la punta del iceberg en el ámbito de la seguridad social.
Uno de los más estruendosos fracasos del gobierno se registra precisamente en este sector. En cinco años nada se ha movido en él. Las leyes de la seguridad social están engavetadas en la Asamblea Nacional por una única razón:
el gobierno no sabe lo que quiere en esta materia, carece de un proyecto, y como no sabe prefiere no hacer nada. Heredó, del gobierno anterior, un conjunto de siete leyes de seguridad social, completamente acabado, que habría de proporcionar piso jurídico a una reforma profunda del sistema. Pero, fiel a su primitivismo ideológico, descartó esas leyes y anunció unas nuevas y distintas, “revolucionarias”.
Pues bien, ni las “neoliberales” (como estúpidamente fueron calificadas) ni las “revolucionarias”. Nada. El vacío legal más absoluto. Entre tanto, la corrupción desangra al IVSS; fue paralizada la descentralización y transferencia de los hospitales a las regiones y la atención médica paga las consecuencias de la ultracentralización organizativa y administrativa; el vetusto e infinanciable sistema pensional obliga a los “viejitos” a la lucha eterna por sus derechos; el seguro de paro forzoso continúa siendo una ficción y la corrupción e ineficiencia campean invencibles.
Para los ilusos que todavía creen que este es un gobierno de avanzada social, el fracaso en producir la reforma más emblemática de los regímenes de ese jaez, la de la seguridad social debería ser la señal de que más allá de la verborragia incontenible este pitcher no tiene nada en la bola.
2 Inseguridad personal
Tampoco la tiene en otra área crítica, la de la seguridad personal, donde el fracaso es también escandaloso. Las asombrosas cifras de homicidios y otros delitos constituyen una dramática acusación a un gobierno que al cabo de cinco años no puede apuntarse un solo éxito en la lucha contra la delincuencia. Las policías, el sistema judicial y las cárceles, los tres pilares del sistema de prevención y represión del delito, sólo operan con el piloto automático, por pura inercia, asfixiados por la desorganización, la politización sectaria, la corrupción y la inexistencia de un cuerpo doctrinal que inspire una política general de superación de las lacras del sistema.
Hoy glosamos el informe de Provea (ver página 3) sobre la situación en las cárceles. Basta con un solo dato para dejar desnuda toda la charlatanería oficialista: la tasa de homicidios en las cárceles venezolanas, por cada 100 mil habitantes, es de 1.640. Una de las más altas del mundo, si no la más alta. Como en casi todo, también en esto Chávez llegó al gobierno sin saber qué hacer, sin ideas (y todavía no las tiene) y ha administrado a punta de improvisación y con la audacia del ignorante. Los resultados están a la vista.