Etasí, Etanol; por Teodoro Petkoff
Es verdad que sólo los estúpidos no cambian de opinión, pero también es verdad que quien la cambia está obligado a razonar los motivos para ello.
Sobre todo cuando la opinión cambiante proviene de alguien que posee responsabilidades de gobierno y sus razones para sostener una u otra opinión tienen consecuencias que van mucho más allá de sus intereses estrictamente personales.
Más lamentable aún es cuando esos cambios de opinión no son sino reflejo condicionado por la opinión de otro. Es el caso de Yo El Supremo con el etanol.
Antes estuvo a favor de la producción de etanol pero bastó que Bush dijera lo mismo para que nuestro Presidente al día siguiente se mostrara en contra. Así no se puede gobernar.
El 14 de febrero de 2005, hace dos años apenas, en la instalación del Encuentro Empresarial Venezuela-Brasil, Yo El Supremo dijo las siguientes cosas sobre ETANOL, al referirse al acuerdo que habría de firmar ese día con Brasil: “Pero ese acuerdo, por ejemplo, para que Venezuela se integre con Brasil en la producción de etanol… Vamos. Nosotros necesitamos cerca de 30 mil, sólo para el consumo interno de gasolina, cerca de 30 mil barriles diarios de etanol…” Más adelante, con su característico estilo aguajero, añadió: “Estamos, Lula, instalando allá en los Llanos de Barinas un complejo azucarero, tecnología brasileña con apoyo cubano también… Y allí mismo nosotros aspiramos a instalar la Planta de producción de Etanol en esos llanos tan ricos… Requeriríamos casi duplicar la actual producción de caña venezolana para el proyecto etanol… . Generación de empleo, desarrollo de la agricultura, de la industria, de la energía limpia para el equilibrio ecológico, cuántos beneficios y muchos más…” Cualquiera diría que era Bush hablando.
Como si no fuera suficiente, Venezuela y Cuba firmaron un acuerdo, el 26 de febrero de este mismo año, 2007, hace apenas un mes, para instalar en nuestro país once —¡nada menos que once!— plantas de etanol. El general Ulises del Toro, quien se desempeña como ministro cubano del Azúcar, y Rafael Ramírez, nuestro ministro de Energía y Petróleo, acordaron la instalación de las cuatro primeras plantas.
Por otro lado, según boletín de Pdvsa, en los primeros días de febrero de 2006, hace un año, Pdvsa y Petrobras, a través de sus respectivos presidentes, Rafael Ramírez y Sergio Gabrielli, “acordaron la elaboración de un contrato de suministro de etanol de Petrobras a Pdvsa mientras se desarrolla la producción propia de Venezuela”.
Por su parte, la gerente del proyecto etanol de Pdvsa, Egly Ramírez, da cuenta de un plan de siete años para incrementar nuestra producción de caña de azúcar con vistas a la producción del ahora maldito alcohol. Para ello Pdvsa estima el montaje de 14 centrales azucareros y la siembra de 275 mil hectáreas de caña, entre 2005 y 2012, para producir 25 mil barriles diarios de etanol.
Seguramente ahora, después que Yo El Supremo cambió de opinión, como reflejo de la de Bush, Rafael Ramírez tendrá que hacer un rollo con esos planes y metérselo, como diría su jefe, “por donde ustedes saben”.
La chola del sexto motor del Socialismo XXI, Chacumbele, está pisada a fondo.