Falcón y la dolarización de la economía, por Gregorio Salazar
Autor: Gregorio Salazar | @goyosalazar
La aparición televisiva dominical del economista Francisco Rodríguez, jefe del equipo económico del candidato presidencial Henry Falcón, esbozando las medidas urgentes que éste asumiría para conjurar la hiperinflación y la crisis económica general que está aniquilando la vida de los venezolanos, mostró a las claras que el cuestionado lanzamiento del ex gobernador de Lara, a contracorriente de la MUD y por encima del ventajismo oficialista, le abre márgenes de maniobra política nada despreciables que pueden irse ensanchando a medida que avance la campaña, por desigual que esta sea.
Más allá de los ataques inmisericordes por las redes sociales que recibe desde distintos flancos, unos abiertos y otros encubiertos, y la perversidad electoral oficialista, lo cierto es que Falcón se ha trepado a una privilegiada tribuna que de entrada le permite ser, sin otros rivales, uno de los dos polos de atención que tendrá la campaña en un contexto donde por lo menos el 80 % de la población quiere ver expulsado del poder a su contendor.
Su tribuna es privilegiada, decimos, porque siendo el único candidato opositor con visibilidad nacional, queda en sus manos la exclusividad de proponerle al país medidas, fórmulas concretas, una vía de ruta para ponerle freno a la carrera de destrucción acelerada por la que Maduro y su corte han lanzado a Venezuela. Eso es algo que Maduro no puede asumir a estas alturas, preso de su desquiciado discurso revolucionario y sus mecanismos populistas para mantener el poder. Por más pericia que haya adquirido en piruetas tragicómicas no le será posible ser al mismo tiempo candidato a la reelección y su propio oponente.
Más allá de eso, parte del plan que exponía Rodríguez la noche del pasado domingo ya le ha sido presentado a Maduro. “Lo ignoró”, dijo, “y de haber hecho caso no estaríamos en estas condiciones”. Uno solo de los datos aportados por Rodríguez sirve para ilustrar las dimensiones del desastre: la contracción del PIB en un 40 % es el más alto que se ha conocido en la historia de América Latina.
Rodríguez conoce bien la actitud de Maduro frente a los programas que se le presentaron antes de que la crisis se desbocara. Todos incluían un desmontaje del control de cambio. Lo intentó Merentes y le costó la vicepresidencia económica. Le siguió Ramírez con un plan que tomaba elementos del de Merentes y le cortaron las alas luego de una reunión con sectores empresariales y financieros en Londres y cuando se disponía a realizar una semejante en Nueva York. Después vino el plan de Estabilización Económica Solidaria, que elaborado por el propio Rodríguez le fue presentado por Unasur. De todos esos planes, señala el economista, el gobierno madurista sólo tomó aquellos elementos que tenían que ver con subsidios y reparto. Quería subir el gasto, eso sí, pero no generar ingresos. Por eso ha puesto a circular treinta veces más bolívares que los que había cuando llegó al poder. Una de las causas de la debacle.
Los venezolanos conocen bien sus padecimientos, frente a los cuales no es fácil resignarse a esperar pasivamente por otros seis años de Maduro o esperar confiado en que pronto llegará la intervención aerotransportada que pondrá fin a tantas calamidades. La campaña electoral puede carecer de muchas garantías y tener muchos llamados a la abstención, pero lo que no le faltará, sobre todo si el candidato Falcón asume con decisión su objetivo, será la posibilidad de plantear una agenda económica e impulsar el debate más amplio sobre ella.
Rodríguez cree tener a mano la fórmula para detener “en seco” la hiperinflación: dolarizar la economía, que no es lo mismo que dolarizar los precios, como están ahora, pero con los salarios devastados. Es una propuesta agresiva mediante la cual cree que utilizar debidamente las actuales reservas más las que se puedan obtener desde el exterior, permitiría llevar la paridad cambiaria a entre 70 mil y 100 mil bolívares.
Asumir el dólar como unidad monetaria garantizaría que no habría fuga de divisas. Todo lo contrario, sostiene, esa divisa se va cuando aquí es vendida por el gobierno por debajo de su precio real. El plan es llevar el salario mínimo a 100 dólares en un año y a 400 en cuatro.
Muchos especialistas han señalado que el desbarajuste de la economía nacional es de dimensiones tan colosales, que con algunas medidas del ABC más rutinario Venezuela cambiaría en poco tiempo su rumbo. “Pasaríamos por lo menos del sótano 3 a la planta baja”, ha dicho el ex ministro Felipe Pérez Martí. Bien, le toca a Falcón promover esa agenda económica, posicionarla, debatirla, bajarla a la gran audiencia nacional, que en medio de tantas privaciones va a tener el oído abierto a la formulación de soluciones. Ese es su deber y su opción como candidato: lanzar al aire esas semillas con la esperanza de que germinen en votos. O, al menos, en toma de conciencia.