FAO: «En América Latina y el Caribe 1 de cada 10 niños vive con desnutrición crónica”

Un informe de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola, la Organización Panamericana de la Salud, el Programa Mundial de Alimentos y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia indica que en América Latina y el Caribe uno de cada diez niños y niñas menores de cinco años vive con desnutrición crónica. Sin embargo, por primera vez en 10 años la inseguridad alimentaria en la región está por debajo del promedio mundial
El cambio climático está impactando todas las dimensiones de la seguridad alimentaria y reforzando otras causas subyacentes de la malnutrición en todas sus formas en América Latina y el Caribe, así lo muestra el informe “Panorama Regional de Seguridad Alimentaria y la Nutrición 2024”, publicado este lunes 27 de enero por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA), la Organización Panamericana de la Salud (OPS), el Programa Mundial de Alimentos (WFP) y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef).
Karin Hulshof, directora regional de Unicef para América Latina y el Caribe, indicó que en América Latina y el Caribe, uno de cada diez niños y niñas menores de cinco años vive con desnutrición crónica. “La desnutrición y el sobrepeso coexisten en la región, exacerbados por la alta exposición y vulnerabilidad climática en las comunidades más vulnerables. Esta doble carga de la malnutrición amenaza diariamente el desarrollo pleno de la infancia», dijo.
La vocera advirtió que cualquier decisión sobre la acción climática debe priorizar el derecho a la alimentación y nutrición de los niños, niñas y mujeres, los cuales se encuentran entre los grupos más vulnerables.
En 2022, 5,6% de los niños menores de cinco años a nivel global estaban afectados por sobrepeso, mientras que en América Latina y el Caribe la prevalencia alcanzó 8,6%, es decir, 3 puntos porcentuales por encima de la estimación global, según el informe de la FAO.
“Esta prevalencia regional también ha crecido más rápido que la tasa global, aumentando 1,2 puntos porcentuales entre 2012 y 2022, en comparación con solo 0,1 puntos porcentuales en todo el mundo. Dentro de la región, las tendencias varían significativamente, con América del Sur impulsando en gran medida el aumento, mientras que Mesoamérica y el Caribe han mostrado una mayor estabilidad en los últimos años”, indica la investigación.
El informe también identifica la falta de acceso económico a dietas saludables como una cuestión crítica. En 2022, 182,9 millones de personas en América Latina y el Caribe no podían permitirse acceder a ellas. Esto marca una mejora de 2,4 puntos porcentuales en comparación con 2021, lo que significa que 14,3 millones de personas más pueden permitirse una dieta saludable.
La investigación documenta disparidades entre subregiones en el acceso a dietas saludables: en el Caribe, 50% de la población (22,2 millones de personas) no podía permitirse una dieta saludable, seguida por Mesoamérica con un 26,3% (47,1 millones de personas) y América del Sur con un 26%. (113,6 millones de personas). Por ello, se hizo un llamado a centrarse en las poblaciones vulnerables y expuestas a eventos climáticos extremos.
Una mejora considerable
Por primera vez en 10 años, la inseguridad alimentaria en América Latina y el Caribe está por debajo del promedio mundial. La prevalencia de subalimentación cayó de 6,6% en 2022 a 6,2% en 2023, continuando con la tendencia observada entre 2021 y 2022. Esto significa que 2,9 millones de personas dejaron de padecer hambre en la región con respecto a la cifra previa.
La misma tendencia se aprecia respecto a la prevalencia de inseguridad alimentaria moderada o grave, que disminuyó de un 31,4% en 2022 a 28,2% en 2023. Es decir, 19,7 millones de personas en América Latina y el Caribe dejaron de padecer inseguridad alimentaria. La mejora en las cifras está impulsada por la recuperación económica de varios países de América del Sur debido a programas de protección social, esfuerzos económicos postpandemia y políticas específicas destinadas a mejorar el acceso a los alimentos. En total, 187,6 millones de personas en la región experimentaron inseguridad alimentaria, 19,7 millones menos que en 2022 y 37,3 millones menos que en 2021.
El hambre afectó a 41 millones de personas en la región durante 2023. Esto representa una disminución de 2,9 millones de personas respecto a 2022 y de 4,3 millones de personas respecto a 2021. Sin embargo, a pesar de los avances regionales, existen disparidades entre subregiones. La prevalencia del hambre ha ido en aumento durante los últimos dos años en el Caribe, alcanzando 17,2%, mientras que se ha mantenido relativamente sin cambios en Mesoamérica, en 5,8%.
En cuanto a la malnutrición, el reporte informa que el retraso en el crecimiento afectó al 22,3 por ciento de los niños menores de 5 años en el mundo en 2022. En América Latina y el Caribe, la prevalencia se estimó en 11,5 por ciento, significativamente por debajo del promedio mundial. Si bien la región ha experimentado reducciones notables desde principios del milenio, el progreso se ha desacelerado en los últimos años.
Efectos del cambio climático
América Latina y el Caribe se ubica como la segunda región del mundo más expuesta a eventos climáticos extremos después de Asia. En la región, al menos 20 países (74% de los países analizados) enfrentan una alta frecuencia de eventos causados por el cambio climático, lo que indica una exposición significativa, y 14 (52%) se consideran vulnerables porque tienen una mayor probabilidad de tener un impacto en la subalimentación debido a estos fenómenos climáticos.
El impacto de los extremos climáticos se ve exacerbado aún más por los persistentes desafíos estructurales: conflictos, desaceleraciones económicas y crisis, así como por factores subyacentes como los altos niveles de desigualdad, la falta de acceso a dietas saludables y su inasequibilidad, y entornos alimentarios poco saludables.
Según el informe, entre 2019 y 2023, la prevalencia de la subalimentación aumentó 1,5 puntos porcentuales en todos los países afectados por la variabilidad climática y los extremos. La situación es peor en aquellos países que experimentan recesiones económicas. Las poblaciones más vulnerables se ven afectadas de manera desproporcionada, porque tienen menos recursos para adaptarse.
El informe destaca la necesidad urgente de acelerar la acción para desarrollar la resiliencia dentro de los sistemas agroalimentarios, que son críticos para el progreso de la región hacia la eliminación del hambre y la malnutrición en todas sus formas. La sostenibilidad a largo plazo de los sistemas agroalimentarios debe ser garantizada, dice el informe.
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