Farsa, pura farsa; por Teodoro Petkoff
Alguna vez, en los albores de la revolución soviética, se habló de la “revolución permanente”. Nosotros tenemos la farsa permanente. Hasta a las cosas más serias este gobierno se las arregla para darles un carácter farsesco. Chávez montado en la torreta de un tanque, el 24 de Junio pasado, para recorrer 100 metros en el reducido espacio de la explanada de la Academia Militar, con el ceño fruncido, como si estuviera mirando a lo lejos los batallones de marines gringos a los cuales se disponía a embestir, no podía producir sino pena ajena. Ya que Chávez lo considera su paradigma personal, vale la pena recordar que la única vez que se ha visto una imagen de Fidel Castro en un tanque es cuando saltaba de éste en medio del fragor de la pelea en Playa Girón. ¿Qué mensaje quería transmitir Chávez? ¿El de la disposición para la “guerra asimétrica” ? Difícil creerlo cuando se suspende el desfile en el Campo de Carabobo por miedo a un magnicidio que ya es de comiquita, al tiempo que el tanque en el patio de la academia se movía entre una nube de guardaespaldas.
No era muy bolivariana la imagen. El gesto negaba el discurso que, como siempre, quería ser épico. La réplica de anime del Arco de Carabobo acentuaba, en su sublime cursilería, la inexplicable suspensión del desfile tradicional. En cambio, Acosta Carles hizo su desfilito bajo el arco original, simultáneamente con la parada de utilería aquí en Caracas. ¿Será por eso que dice que él es general mientras “el otro” sólo es teniente coronel?
Todo es farsa. Cobrarle impuestos a las petroleras se anuncia como una epopeya. Sin embargo, las compañías imperialistas, en lugar de revirar, anuncian su disposición a pagar.
La gran batalla nacionalista contra el imperio transnacional se queda fría; ¡qué vaina! Estas petroleras no son como las de antes. Mr Danger ahora es un contabilista que no quiere bronca sino que saca cuentas y paga lo que debe y además no desea perturbar la sociedad con Pdvsa. Los franceses, molestos con el agravio a su compañía, Total, apenas si expresan con exquisita delicadeza su disgusto.
Puro boxeo de sombras el de Chávez. No hay contendor, no hay gloria en esta disputa. No hay nada romántico, ni revolucionarismo febril, en un regateo tributario, del cual lo único que se puede decir es que tardó demasiado, porque la Ley y los contratos lo tienen establecido.
La “batalla” contra la corrupción no es sino discurso ocasional. Farsa también. El contraste con Lula es clamoroso. Este se corta “carne de su carne”, saca a Dirceu y tiene a la policía tras los pícaros, todo abierto y sin esguinces, de frente al país. Aquí ni siquiera la extradición del “gordo” Bermúdez, cazado en flagrancia en Estados Unidos, alcanza a ser solicitada. No hay un preso. El Gran Imputador, Isaías, no divisa a nadie a quien imputar por robo de dineros públicos. A lo más destituciones silenciosas, con los corruptos disfrutando tranquilazos de sus malhabidas “pensiones de retiro”, fuera del alcance de la ley. El robo sí que no es farsa. Es una tragedia. ¿Socialismo del siglo XXI? Farsa, pura farsa.