Fracaso judicial, por Teodoro Petkoff
El Tribunal Supremo de Justicia admite el fracaso en el proceso de reestructuración del Poder Judicial. Un año y nueve meses después de haber sido decretada la Emergencia Judicial, la situación de los tribunales sigue igual o peor. Por otra parte, en Portuguesa, la política de «exterminio» de supuestos delincuentes, ha sido puesta en la picota por los mismos que durante dos años se hicieron los locos frente a ella: la policía y la propia población. En las cárceles, cada semana se cierra con un saldo de muertes y motines que parece no tener fin. La inseguridad personal continúa ocupando el primer lugar en el ranking de las preocupaciones de la ciudadanía. Pero, ¿cuál es la respuesta de los encargados de garantizar la seguridad de la población? ¡Reformar el COPP! En otras palabras, vender el diván. ¿Es el COPP responsable del fracaso de la reestructuración del Poder Judicial que el Tribunal Supremo reconoce? ¿Es el COPP responsable de la degradación y envilecimiento de las cárceles? Pues bien, dejemos la hipocresía: la vigencia del COPP es casi formal. Desde el punto de vista penal, no existe ni COPP ni nada. Lo que ha ido ganando cuerpo como política antidelictiva es el exterminio de presuntos delincuentes. Cada día nos trae partes policiales que dan cuenta de la muerte de decenas de delincuentes en «enfrentamientos» con la policía o víctimas de «ajustes de cuentas» entre bandas. La mayor parte de esos «enfrentamientos» y esos «ajustes» son falsos. No tienen lugar. Por supuesto, a veces ocurren los tales «enfrentamientos» con la policía o las balaceras entre hampones, pero un porcentaje muy elevado de las muertes que son presentadas como producto de tales episodios corresponde realmente a puros y simples asesinatos, al margen de toda normativa legal. En otras palabras, la policía no carga preso amarrado. A muchos presuntos delincuentes no se les puede aplicar el COPP porque no llegan a los tribunales: mueren en el camino. ¿Ha mejorado la situación gracias a esta política de exterminio? Para nada. El delito, en todas sus variantes, crece en forma caudalosa.
En Portuguesa, el «exterminio» se adelantó, obviamente, con la anuencia, si no la complicidad, de las autoridades policiales; y lo que es más grave, con la neutralidad, cuando no la aprobación, de la población. Durante dos años se vivió la ilusión de que el «plomo al hampa» era la solución final. Hasta que la misma gente que la toleró descubre horrorizada que la del «exterminio» es la forma superior de la corrupción policial. Los «justicieros» resultaron ser no sólo asesinos de delincuentes sino también de personas de bien. Resultaron ser atracadores, extorsionadores y vendedores de protección a delincuentes. Dos años después, el «remedio» resultó peor que la enfermedad.
No es que no haya soluciones. Pero requieren voluntad política. Porque lo que hay que hacer ya ha sido dicho muchas veces. Si se reforma el COPP será interesante ver qué nuevo chivo expiatorio van a buscar los que hoy no saben qué hacer para explicar la persistencia del fenómeno delictivo