Futuro incierto, por Juan Páez Ávila
Autor: Juan Páez Ávila | @jpaezavila
Aunque muchos venezolanos piensan que de las conversaciones convocadas en la República Dominicana, entre representantes del gobierno y de la oposición, no saldrá algún acuerdo beneficioso para la mayoría de los venezolanos, la experiencia mundial indica que el progreso y bienestar de la población, en las naciones que han vivido y sufrido las consecuencias de los regímenes fascistas, sólo han sido posibles en un contexto de libertades, en un Estado de Derecho.
Y aunque a la hora de escribir el presente artículo no se conocen dichos resultados, para un periodista o escritor de firmes convicciones democráticas, no hay otra alternativa que apostar hoy y mañana a una salida negociada, no sólo para garantizar la paz de la ciudadanía, sino también para no exponer a los más humildes a servir de carne de cañón, en una hipotética confrontación violenta.
Además, el hambre, la hiperinflación, la escasez, la inseguridad y todos los males que afectan a los venezolanos, como consecuencia de una política gubernamental centralista, represiva, antidemocrática, de corte totalitario, no se resolverán aceptando el desafío violento del régimen, que controla la Fuerza Armada, los cuerpos policiales y los tribunales, para utilizarlos contra una ciudadanía desarmada que defiende la Constitución de la República Bolivariana en Venezuela, el verdadero y único contrato social, político y económico que aprobó la mayoría de los ciudadanos.
En el supuesto de no haber llegado a algún acuerdo de interés nacional, la responsabilidad no debería ser de la oposición, sino de la representación oficial que recibe órdenes del Presidente de la República, lo cual si no abre caminos a un mejoramiento de la grave situación que atraviesa la población de menores ingresos, condena al gobierno a un mayor rechazo de los venezolanos y a mayores sanciones por parte de la comunidad democrática internacional.
Hoy por hoy, las debilidades políticas del gobierno son superiores a las de la oposición, porque una cosa es tener poder represivo militar y policial, y otra es recibir el respaldo político de nacionales y extranjeros en una época en la que impera la globalización, para defender tanto intereses regionales como mundiales. La violación de los Derechos Humanos, la corrupción administrativa, el narcotráfico y el terrorismo, son delitos que tarde o temprano tienen que pagar los responsables de la delincuencia organizada, entre quienes no están los dirigentes de la oposición, sino las mafias que oprimen a la población y han defalcado el Tesoro Nacional.
Por esto y por muchas razones más, cualquiera que hayan sido los resultados de la Mesa de Negociación reunida en República Dominicana, la oposición debe preservar y profundizar la Unidad, la lucha democrática y el apoyo internacional. El futuro puede ser incierto en lo inmediato, pero las condiciones objetivas de la realidad nacional y universal favorecen una salida democrática a la crisis venezolana, si la oposición recupera su capacidad de un combate asertivo y logra ampliar la Unidad en un gran Frente Nacional, que permita acercar el restablecimiento de la Constitución Nacional, violada por una constituyente espuria, impuesta por un partido único, al estilo del fascismo y comunismo internacional, que sólo sobrevive en Cuba y en Corea del Norte.
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