Gabo llegó a 85, por Simón Boccanegra
El Gabo, como lo conoce y lo nombra todo el mundo, es decir Gabriel García Márquez, como consta en la partida de nacimiento expedida en Aracataca en la cual quedó consignado que el susodicho, había venido al mundo el 6 de marzo de 1927, cumplió ayer, 6 de marzo de 2012, 85 años.
Una larga vida, que dejará una herencia literaria sin par, una maravilla para los sentidos. No es nuestra intención, sin embargo, abundar en consideraciones sobre su obra –la más local y, al mismo tiempo, la más universal que se haya escrito en América y que lo ha consagrado como uno de los más grandes escritores del mundo en el siglo XX.
Tampoco vamos a entrar en el Gabo que hace política, uno de los más controversiales de sus pasos por la vida; apenas si recordar el formidable espaldarazo que dio al MAS, en los tiempos promisorios de este partido, al donarle el monto completo del Premio Rómulo Gallegos, que había ganado en 1972.
Hay otro Gabo, más íntimo, más cercano; el Gabo que sigue con amistoso interés el desenvolvimiento de TalCual; el Gabo que en uno de nuestros cumpleaños nos hizo el inmenso honor de donarnos un cuento suyo, inédito hasta entonces, para publicarlo como material central en la edición aniversaria.
Fue su manera de decir que nos quería y que confiaba en nosotros. Gabo nunca dice discursos, sino que se expresa mediante gestos como este, tan elocuentes. De manera que, vicariamente y a distancia, aquí en este diario estamos de fiesta. Y además agradecidos como amigos que lo hemos sido por largos decenios.
Y, por último, como lectores deslumbrados todavía por aquel día lejano en que descubrimos a través de las peripecias de Aureliano Buendía que nuestra América ha perdido demasiadas batallas pero sigue siendo capaz de grandes hazañas y que una de los mayores se llama Cien años de soledad. Salud, Gabo.
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