Giordani versus Marx, por Simón Boccanegra
El profesor Giordani, en días pasados, le enmendó la plana nada menos que a Carlos Marx. Dijo que nunca vio surgir el socialismo desde la abundancia sino desde la escasez. En un sentido, no le falta razón. Nada de lo que se construyó en nombre del socialismo, en el antiguo imperio zarista, en los países centroeuropeos, en China, Vietnam, Corea del Norte, Cuba y varios países africanos aún más atrasados, surgió de la abundancia material sino de la pobreza y la escasez. Por eso mismo nada de eso fue socialismo, al menos en el sentido en que Marx imaginaba la superación del capitalismo. Los regímenes despóticos, totalitarios e inhumanos que aparecieron en esos lugares del planeta, ciertamente liquidaron el capitalismo pero también acabaron con el socialismo. Giordani, quien dedicó mucho tiempo a traducir las naderías marxistoides del húngaro Istvan Meszaros, sacaría provecho de releer algunos de los textos clásicos del viejo barbudo de Treveris. Marx asentó que el desarrollo prodigioso de las fuerzas productivas de la sociedad de su tiempo debía conducir a romper revolucionariamente las relaciones de producción capitalistas, que constreñían aquel crecimiento y el de la sociedad toda. Para Marx, el socialismo debía superar un capitalismo maduro, plenamente desarrollado. En el tomo I de El Capital mandaba a los países atrasados a mirarse en el espejo de los desarrollados. De allí, por ejemplo, que considerara progresista la colonización británica de la India o el arrebatón gringo a México de varios estados y de la «maravillosa» California, como la calificara Federico Engels. La abundancia, y las fuerzas productivas que la creaban en el capitalismo, dentro de un marco distinto de relaciones de propiedad y producción, son las que serían socializadas. De no ser así, y repito su frase casi textualmente, sólo se socializaría la miseria. Es lo que pasó.
Regímenes surgidos desde la miseria sólo podían sostenerse con base en la más feroz represión y control total de la sociedad.
Los profetas del paraíso en la tierra no habrían de llegar muy lejos, una vez agotada la euforia del gran cambio revolucionario, gobernando pueblos hambrientos e insatisfechos. Ahí es donde entraron en acción las temibles policías políticas y el gigantesco lavado colectivo de cerebros. Conozco a Giordani y sé que es un hombre serio y decente. Espero que no sea ese «socialismo» surgido del atraso el que quiere para nuestro país.