Giordani y Merentes no saben sumar, por Teodoro Petkoff
Los cálculos macroeconómicos que soportan el proyecto de presupuesto 2002, presentado ayer, indican que el Gobierno no está apreciando con realismo lo que puede pasar el año próximo. En lugar de comenzar a preparar un aterrizaje suave, el Ministerio de Finanzas mira el entorno económico nacional e internacional con un optimismo que podría llevarnos a un duro encontronazo con la realidad.
Se estima una producción petrolera promedio de 3 millones de barriles diarios. Este año el promedio ha sido de 2,6 millones y, como dijo Alí Rodríguez, «no se descartan nuevos recortes». ¿Vamos, entonces, a actuar al margen de la OPEP? ¿O es que todos sus miembros van a un incremento semejante? En este supuesto (negado, obviamente), se produciría una inundación de crudo en el mundo y los precios se irían en barrena. Si fuere así, la estimación de 18,50 dólares por barril luce totalmente fuera de foco.
Pero, como lo más probable es que la OPEP actúe para impedir un desplome de los precios, el cálculo de 3 millones de barriles diarios es absurdo. Por otra parte, la economía mundial, según las estimaciones del Fondo Monetario, va a tener un crecimiento muy bajo, ligeramente superior a 2%. Por lo menos un semestre de declinamiento económico tenemos por delante y en esas condiciones no es propiamente expansión de la demanda petrolera lo que se puede prever. ¿De dónde, pues, esa estimación de 3 millones de barriles diarios?
Un precio de 18,50 está quizás más próximo a la realidad, aunque podría estar un poco sobrestimado. En todo caso es 1,50 menos que lo que sirvió de base para el presupuesto 2001. Si unimos esta cifra a una producción que en el mejor de los casos girará en torno a la misma cantidad de este año, lo que podemos esperar es una fuerte caída del ingreso fiscal petrolero. Este año, contra lo que se previó, el déficit fiscal verdadero alcanza 5,7 o 5,8 del Producto Interno Bruto. ¿Tiene conciencia MinFinanzas de lo que se nos viene encima el año próximo?
Por otra parte, prever un crecimiento de 4% en la economía real, luce también un tanto optimista, si nos atenemos a los efectos de la recesión mundial sobre las economías menos desarrolladas. Aparte de que ya en el segundo trimestre (cifras del BCV), la economía venezolana aflojaba respecto al primero (2,9 contra 3,2), de modo que también el ingreso fiscal proveniente de la economía no petrolera podría resultar afectado por un desempeño inferior al que en un momento se avizoró. Paradójicamente, la única estimación que luce plausible es la de 10% de inflación. Entre otras cosas, precisamente por un menor ritmo de actividad económica. En resumen, el momento parece apropiado para un examen realista de los fundamentos sobre los que hasta ahora ha descansado la política económica del régimen. No sería bueno que el catarro nos agarre sin pañuelo. De Giordani ya sabíamos que no sabe sumar pero parece que al matemático Merentes también se le olvidó la tabla