Giordanomics, por Simón Boccanegra
Ya se ha escrito mucho sobre la combinación de “aunque usted no lo crea” del diluvio de petrodólares que le cae al país y una crisis económica en pleno desarrollo.
Pero este minicronista quiere llamar la atención sobre un aspecto que de tan recurrente ya ni suscita muchos comentarios.
Es la dificultad para conseguir repuestos para cualquier artefacto. Sé de algunos edificios donde los ascensores están parados precisamente por la falta de repuestos para repararlos.
De hecho, el edificio donde está la Redacción de TalCual, que tiene 19 pisos, plantea a sus a sus habitantes el grave problema de calarse tamaño ejercicio de alpinismo justamente porque los dos ascensores se han dañado y el condominio anda haciendo milagros para ver cómo consigue repuestos.
Con los vehículos ocurre algo parecido. De hecho, un compañero de TalCual tiene un problema de amortiguadores en su carrito Yaris, que por ahora no tiene otra solución que esperar, igual que con los frenos, para los cuales sólo existen repuestos genéricos pero no los de su marca. No es este un caso aislado.
No hay amigo que no se queje de una situación parecida con su vehículo. Con los aparatos de aire acondicionado se da una situación parecida, al igual que con los electrodomésticos.
Ahora bien, para atender las importaciones de repuestos es que operaba fundamentalmente el Sitme, donde la tramitación para obtener los dólares demoraba relativamente poco tiempo, a diferencia del que se toma Cadivi para otorgar los que están bajo su jurisdicción.
El Rey de la Pamplina Frita eliminó el Sitme de un solo plumazo, según sus especiosos criterios sobre lo que denomina “patología rentista”, pero sin pensar en las consecuencias y por tanto sin tener diseñada una alternativa que pudiera cumplir un rol semejante. ¿Cómo sería la cosa si en este país hubiera escasez relativa de los verdes del Norte?
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