Gorilismo, por Teodoro Petkoff
Autor: Teodoro Petkoff
No, no fue una patota “bolivariana” de esas que operan en la Plaza Bolívar, tampoco fue un grupo espontáneo –dicho sea sin ironía– de esos que de lado y lado suelen pitar o cacerolear a cuanto personaje conocido del otro bando se les pone a tiro. Fue nada menos que un grupo de oficiales de la Guardia Nacional, con la presencia del general Marcos Rojas, comandante del CORE 5, el que, sin mediar nada, provocó y luego insultó, golpeó y esposó al diputado adeco Edgar Zambrano, y empujó e insultó a la rectora del CNE Sobella Mejías, en un restaurant de Catia La Mar. O sea, no es un incidente banal, de página roja. Fue un acto cobarde, desde luego, porque toda cayapa es cobarde, sobre todo cuando la efectúan personas uniformadas y armadas, pero es su sentido político el que conviene poner de relieve.
Porque fue una demostración de prepotencia, de abuso de poder, de “guapo” (nunca serían mejor aplicadas las comillas) que se siente apoyado, de desprecio por los valores ciudadanos y absolutamente carente del honor que la Guardia Nacional reivindica como su divisa. Seguramente los autores de la “hazaña” intentarán presentar una versión que les sea favorable.
Por lo pronto el propio general Marcos Rojas se lava las manos (página 2). No sabe qué pasó, se retiró porque andaba con su esposa. Pregunta ingenua: ¿antes de retirarse no pudo dar una orden para poner fin a la conducta de sus subalternos? Pero los hechos son contundentes. Difícil que los señores de la GN puedan convencer a nadie de que un caballero y una dama provocaron y agredieron a un grupo grande de militares y civiles que en un salón del restaurant se estaban echando unos palos. Difícil que el general Rojas pueda convencer a nadie de que no podía hacer nada para impedir aquel abuso, que culminó con lo que seguramente los valerosos soldados que lo hicieron creyeron que se la comían: dejar a Zambrano esposado en el estacionamiento del restaurant. No lo detuvieron, simplemente pretendieron humillarlo. Tuvo que subir hasta la Comandancia General de la GN, en El Paraíso, para que le quitaran las esposas, al tiempo que formulaba la denuncia.
¿Signo de los tiempos? No queremos hacer extrapolaciones ni generalizaciones, pero nos alarma que sea gente del mismo cuerpo al cual pertenece el inefable general Acosta Carle, la que ha actuado de esta manera cobarde e indecorosa.
Al menos es un signo de que en la GN algo está pasando. Más de un oficial de la FAN, de las otras fuerzas, además de los de la GN, debe sentirse abochornado y avergonzado. Ojalá y no sea esto expresión de una atmósfera existente en algunos círculos de la FAN en relación con los adversarios del gobierno.
General García Carneiro, ministro de la Defensa, ¿usted no va a tomar cartas en este asunto?
¿Esta violación de los derechos ciudadanos y humanos, así como de la Constitución, se va a quedar así?
Y tú, Hugo, ¿qué vas a hacer? ¿Vas a lanzar al general Marcos Rojas como candidato a la Gobernación de Vargas para premiarlo, así como premiaste a Acosta Carle con la candidatura en Carabobo?