Gramcko preso. La historia presa, por Beltrán Vallejo
Autor: Beltrán Vallejo | [email protected]
Los gobiernos totalitarios tienen un perenne conflicto con la historia de las sociedades que subyugan; se la pasan confrontándola, borrándola, tergiversándola o manoseándola en términos pornográficos. A ese ámbito psicodélico de los fascistas corresponde la reciente detención de Enrique Aristeguieta Gramcko, por cierto el único miembro vivo de la Junta Patriótica que capitaneó el derrocamiento de Marcos Pérez Jiménez; y por cierto también, antier se cumplieron 60 años de tan magna fecha que ahora ha sido mancillada con la detención de Gramcko. A sus 85 años este “abuelo” recibió la visita domiciliaria de la Gestapo de Maduro y fue llevado a sus calabozos; me imagino sus pensamientos hacia aquellos días de lucha contra Pérez Jiménez; ¡qué cosas!
Creo que en términos de simbolismo y de significados, el gobierno trata de encerrar en sus calabozos las verdades históricas que pesan sobre él y que lo desenmascaran, lo desnudan como un modelo que no tiene nada de demócrata, que es inmoral, que es incivilizado, que no es popular, que es malsano, y que su raíz está donde está: en lo subterráneo de la condición humana.
Miren pues que con la detención de Gramcko intentan callar que igual que la dictadura de Marcos Pérez Jiménez lo de Maduro es la autocracia pura y simple, y que con él Latinoamérica tiene un profundo retroceso
Hasta se pensaba que por estas tierras no veríamos más a un Somoza, a un Stroessner, a un Batista, a un Pinochet; y por supuesto, se pensaba que nuestra Venezuela no vería más a un Pérez Jiménez o a un Gómez; lamentablemente no fue así. Sólo quedaba en este siglo XXI el aliento del último bicho autoritario que ha sobrevivido a la Guerra Fría; me refiero a ese resquicio del medioevo que significan los Castro en la Cuba parecida al tremedal de aquel Lorenzo Barquero, el de la novela Doña Bárbara.
Yo no sé si el coro de esbirros anunciarán que metieron preso al abuelo del terrorismo o del golpismo; no sé si le pondrán a ese caballero de 85 años una capucha o el turbante de Osama Bin Laden; lo que sí digo con seguridad es que metieron preso a un protagonista de la pela que hace sesenta años el pueblo de Venezuela le dio al militarismo en el poder; por lo que es un personaje incómodo para los pretorianos que han convertido a este país en un sombrío cuartel, o en una tétrica cárcel controlada por las bayonetas, o en un campamento minero pisoteado por la bota militarista gorilista, o en una frontera cuyas alcabalas son más un festín de pillería, robo, corrupción y pare de contar de tantas cosas que se dicen de la inmoralidad y picardía con uniforme.
Pero este señor que detuvieron, que a algunos hasta de la misma oposición democrática le es incómodo por sus posturas radicaloides, también es un recuerdo que lacera la ineficacia de ese mismo liderazgo opositor; el también transmite que aquel lejano 23 de Enero de 1.958 es una fecha histórica gracias a la sagacidad de la dirigencia política y social, y de algunos militares honestos, quienes tuvieron que dejar a un lado simplismos, medianías, particularismos, tacticismos, cálculos políticos, personalismos, ambiciones y demás ñoñeras, para que se impusiera la sindéresis de la unidad nacional. Así como ayer, la enseñanza que representa Gramcko es que lo único que derroca a tiranos es la unión de todo un pueblo.
Con Gramcko están encerrando al sobreviviente de una épica. Ojalá que no pongan tras las rejas algo de hidalguía suficiente para hacer otra historia.
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