Guardianes de la Patria C.A., por Teodoro Petkoff

«Todos los días sale un pendejo a la calle y el que lo agarre es de él”, filosofa el actual jefe de la Onidex cuando se le pregunta por las actividades de los “Guardianes de la Patria”. Para venir de la autoridad máxima en materia de cédulas, pasaportes y extranjería no deja de ser sorprendente la reflexión. Los “guardianes” han montado una trampajaula para cazar incautos, en pleno centro de Caracas, comerciando con las necesidades de los extranjeros que desesperan por nacionalizarse, y el hombre de la Onidex, tal vez consciente de la impotencia de instituciones públicas semicolapsadas, simplemente se encoge de hombros. “Allá los pendejos que se dejan cazar”. Pero los “vivos” que los estafan pueden continuar “trabajando” con toda tranquilidad. El Estado no tiene bronca con ellos. Aquí puede venir cualquiera, sobre todo si se arrima al árbol de “las tres raíces”, monta una gestoría que promete la nacionalización a los extranjeros, suplantando a una institución que tiene que ver nada menos que con la seguridad del Estado y, sin embargo, el delito casi que lo comete el “pendejo” que les paga los siete mil bolívares por la planilla y recibe a cambio un carnet que lo consagra como “guardián de la patria” y la ambigua promesa de que sus papeles llegarán a la Onidex y “algún día” esa patria de la que, por ahora, sólo es guardián, será suya también.
Los “guardianes” se jactan de haber “censado” 722 mil extranjeros. Cada uno pagó siete mil bolívares por la planilla. Si las cifras de ese “censo” tienen alguna verosimilitud, el negocito habría producido la friolera de ¡5.054 millones de bolívares! El sobre para meter la planilla se vende aparte y cuesta mil bolívares. Para las propinas les quedan, pues, 722 millones de bolívares.
Uno de los guardianes explica que, sin embargo, no todo es ganancia porque las planillas y los carnets tienen su costo. ¿Los habrá impreso la Casa de la Moneda en papel de seguridad? “Guardianes de la Patria” es un holding. Otro de los ramos explotados por ellos es la invasión de edificios, desocupados u ocupados a medias. Por supuesto, no se trata de filantropía. La familia que se mete en uno de esos apartamentos invadidos tiene que pagar un “alquiler” a los nuevos “dueños”, los guardianes. No se ha podido cuantificar cuál es la tasa de retorno de esta actividad que maneja el departamento inmobiliario de los GP, pero se la sospecha bastante jugosa.
Sobre este pequeño imperio reina un personaje que parece salido de la ópera de los «Tres Centavos», de Bertolt Brecht (de ella es la canción “Mack the Knife” ), una señora que apodan “La Madre”. De bajo perfil, sin la exuberancia de Lina Ron, dicen los que la conocen que es de muy malas pulgas y gobierna su feudo con mano de hierro. Como en la obra de Brecht, ¿habrá un padrino, allá arriba, en los estratos superiores de la “revolución”, que asegura la impunidad? Dicen que Bernal lo sospecha y lo dice y por eso los “guardianes” no lo pueden ver. Leyendas de la revolución .