¡Guayana en pelea!, por Simón Boccanegra
Un modesto trabajador de Alcasa que tenía ocho meses solicitando un anticipo de sus prestaciones para enfrentar un grave problema a raíz de la muerte de un hijo, recibía sistemáticamente una respuesta automática: «No hay».
Desesperado y en solitario se encadenó en protesta y reclamo a las puertas del edificio administrativo de la empresa. Fue la chispa que detonó el problema. A los pocos minutos ochenta trabajadores siguieron su ejemplo. Y allí están, reclamando todo. Porque les deben todo, comenzando por las prestaciones, que han desaparecido. La protesta se extendió como candela a Venalum donde la situación laboral es idéntica.
Ferrominera anuncia su propia protesta y hablan de huelga de hambre. Entre tanto, Chacumbele y sus muchachos no hay día que no hablen de la próxima promulgación de la Ley del Trabajo, anunciando las maravillas socialistas de que está preñada, comenzando por la retroactividad de las prestaciones. La ironía de la situación no puede ser más sangrienta.
Mientras por un lado el futuro radiante se agota en puro palabrerío, el oscuro presente toma la forma de hombres de trabajo que para cobrar lo suyo ya no encuentran que nuevas formas de reclamo y protesta inventar. Guayana ha sido la piedra de toque que desenmascaró la farsa de esta «revolución socialista».
Como allí hay núcleos obrero reales y numerosos, con beneficios concretos ganados a lo largo de años y luchas, fueron los primeros en tropezar con la amarga realidad de una revolución «socialista» que, a semejanza de los modelos fracasados, desde la URSS hasta Cuba, comienza por despojar a los trabajadores de sus derechos, para volverlos una masa inerte, que se conforme con recibir lo que el régimen da. Pero en Guayana, por lo visto no creen en esa paja.
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