Hasta Hugo de los Reyes le jala a Hugo, por Teodoro Petkoff

Transferir competencias del poder nacional a los poderes regionales y locales significa potenciar los mecanismos de participación popular en los procesos de toma de decisiones. Eso es la descentralización. Es evidente que las comunidades organizadas pueden articular mucho más fecundamente su acción con sus respectivos gobernadores y alcaldes que con el Ejecutivo nacional. Hasta por la mera razón práctica de que los tienen mucho más cerca y son más accesibles.
En esto el gobierno también esta raspado. Lo que se había avanzado en descentralizar la administración ha sido deliberadamente pasmado por el gobierno nacional y más bien ha tenido lugar una involución y un proceso de recentralización. La más clamorosa evidencia de ello lo constituye la inexistencia del Consejo Federal de Gobierno (CFG). De acuerdo con el artículo 185 de la Bicha: “El Consejo Federal de Gobierno es el órgano encargado de la planificación y coordinación de las políticas y acciones para el desarrollo del proceso de descentralización y transferencias de competencias del Poder Nacional a los Estados y Municipios”. Está muy claro: el CFG es el órgano mediante el cual participan y son protagonistas del proceso de descentralización sus factores fundamentales: los gobiernos estadales y municipales. Pues bien, eso no existe y por tanto tales funcionarios electos carecen de un escenario donde discutir y confrontar puntos de vista, planes y proyectos con el Ejecutivo. La composición del CFG aseguraría esa implementación: el vicepresidente, todos los ministros, todos los gobernadores, un alcalde por cada estado y representantes de la sociedad organizada.
Su Secretaría Ejecutiva garantizaría su operatividad cotidiana: el vicepresidente, dos ministros, tres gobernadores y tres alcaldes. El CFG está concebido, pues, como un órgano permanente, del cual depende el Fondo de Compensación Interterritorial, “destinado —según la Bicha— al financiamiento de inversiones públicas para promover el desarrollo equilibrado de las regiones, la cooperación y complementación de las políticas e iniciativas de desarrollo de las distintas entidades públicas territoriales, y a apoyar especialmente la dotación de obras y servicios esenciales en las regiones y comunidades de menor desarrollo relativo”.
Este Fondo vendría siendo la suma de lo que hoy son el Fides y la Ley de Asignaciones Especiales (LAE). Pero como no existe el CFG, tanto el Fides como la LAE son administradas discrecionalmente por el Ejecutivo. Los mandatarios regionales y locales no tienen arte ni parte en su conducción ni en la planificación del uso de sus recursos. Por eso semanalmente los gobernadores y alcaldes son vistos en largas colas frente al Fides o haciendo lobby ante MinFinanzas para que les den lo que por ley les corresponde.
Hasta el viejo Hugo de los Reyes tiene que venir a jalar bolas para que le den su plata, porque si algo corre parejo en este país es la destrucción de las instituciones. Usted puede ser chavista y gobernador electo pero para Miraflores usted no es sino un empleado del Presidente y es tratado como tal, llámese Manuel Rosales o Diosdado Cabello. La plata no le llega según unas reglas claras, sin que tenga que jalar, sino según la voluntad del Presidente, lo cual lo obliga a ese ejercicio gimnástico permanente.