Horas decisivas, por Teodoro Petkoff

Autor: Teodoro Petkoff
La situación política nacional se ha deteriorado sensiblemente en las últimas setenta y dos horas. Por cuarto día consecutivo la agitación y la violencia hacen presa del país. Todo comenzó el viernes, en una jornada que fue políticamente un desastre para el gobierno.
No pudo haber escogido peor oportunidad para tratar represiva y no políticamente el problema que tiene entre manos. El escenario del G15 sirvió para que observadores de los 19 países que lo componen tuvieran la vivencia de la honda crisis que desgarra al país. No había manera de impedir que el eco de los acontecimientos les llegara bastante nítidamente. El gas lacrimógeno y las detonaciones transpusieron las paredes del Hilton y del Teresa Carreño.
Luego, la abrupta partida de Lula y la diplomáticamente inusual reunión de Kirchner con representantes de la oposición, poco tiempo antes de volver, también anticipadamente, a Buenos Aires, evidencian que internacionalmente a Hugo Chávez se le está acabando su cuarto de hora. Chávez lo intuye o lo sabe. De allí su discurso en el mitin de ayer –caricatura de Cipriano Castro–, apelando al patrioterismo, para tratar de insuflar nueva savia a un discurso ya agotado en la repetición eterna de los mismos argumentos.
Imaginar que alguno de los visitantes extranjeros pudiera tragarse las gigantescas mentiras de José Vicente Rangel, acerca de una marcha de propósitos golpistas, o que fueron los manifestantes quienes agredieron a la Guardia Nacional, es suponerlos poco menos que débiles mentales. Pero, en verdad, apuntaba hacia otro lado. Cualquier cosa que haga la oposición, según Rangel, sería subversión.
Peligrosa generalización. La oposición democrática, que no ha hecho otra cosa que recoger firmas para activar un dispositivo constitucional y que ha venido actuando en un plano estrictamente legal, de acuerdo con una hoja de ruta democrática, sería según Rangel y Chávez, tratada como subversiva.
¿Está dispuesto el régimen a cerrar los espacios democráticos? ¿Es eso lo que parecen anunciarnos Rangel y Chávez, quienes ya ni siquiera ocultan la acelerada deriva autoritaria del régimen y dejan ver que la pura represión podría sustituir a la política? Su propia Constitución los está asfixiando; ese es el problema de Chávez y Rangel. Cerrándose a soluciones democráticas como la del RR necesitan crear, desesperadamente, el espantapájaros de una oposición subversiva para justificar una embestida represiva.
Este es un problema político y políticamente es como debe ser tratado. El ciudadano común interpreta y siente que a través de artimañas la mayoría del CNE le está conculcando un derecho. Todavía hay tiempo para que el órgano comicial disipe esa impresión. Es suficiente con respetar ese derecho ciudadano, sin trucos que lo obstaculicen, para que podamos transitar en paz hacia una solución democrática de esta crisis, cuya temperatura está subiendo velozmente, sin que podamos prever, a ciencia cierta, ni gobierno ni oposición, a dónde nos va a llevar esta visible exacerbación de los ánimos y de la violencia.